Discos
Protomartyr – Ultimate Success Today (2020)
El remolino guitarrero de Greg Ahee, las bases marciales y efectivas del baterista Alex Leonard y el bajista Scott Davidson, y las perspectivas apocalípticas de Joe Casey no pasaron desapercibidas en ninguno de sus cuatro discos anteriores. Este trabajo no es la excepción
Por Carolina Figueredo
Un burro interrogando desde la portada; el título del álbum refiriéndose a la falsedad del sueño americano; el cuarteto exhibiendo apremio, tensión, distopía, miedo, ironía, emotividad. Joe Casey, frontman y compositor, sabe que su apariencia a medio camino entre Mark E. Smith y un laburante hastiado de su rutina es parte del atractivo de una banda de clase trabajadora que se pasea por un filosófico revival post-punk que en 40 minutos se despacha explosiva, áspera.
Inicialmente anunciado para mayo, postergado por las circunstancias que nos atraviesan, el álbum fue grabado hace un año: los temas que aborda en una especie de emotional rollercoaster suenan completamente 2020. Casi proféticos. La clave podría encontrarse en que las letras, surgidas de la combinación de fuentes literarias crípticas y observaciones profundas, abordan cuestionamientos personales y sociales siempre vigentes y universales, sin caer en el mero slogan reduccionista: la vida y la muerte, el amor y la carencia del mismo, la violencia y la decadencia de la sociedad moderna, los gobiernos, la opresión y los oprimidos.
Sin embargo, debajo de esos grandes temas yacen subtramas que se van develando con las escuchas y la superficie de bajos insistentes, guitarras rugientes y tambores inequívocos se hace paso. En tiempos de incertidumbre, Protomartyr propone melancolía e intriga, disputa la noción de resignación y, ante la crisis de la mediana edad, cuestiona el final de las cosas. Nos lleva a una meditación sobre el caos que nos rodea y tienen la congruente capacidad de mostrar nuestros propios miedos y sensaciones.
La influencia de The Raincoats, The Pop Group y The Clash, agrupaciones que se animaron a coquetear con otras sonoridades e instrumentos alejados del universo de lo conocido, los impulsó a incorporar vientos y cuerdas en este trabajo. La “tendencia experimental” fue planteada por Greg Ahee quien se dejó seducir por el jazz en los últimos tiempos. En su afán de salirse de las etiquetas, de no caer en la fotocopia de la fotocopia de Joy Division (como ocurre lamentablemente con muchos otros grupos), para este trabajo decidieron aplicar nuevas indagaciones y llamaron a Nandi Rose (voz) a.k.a. Half Waif, la leyenda del jazz Jemeel Moondoc (saxo alto), Izaak Mills (clarinete bajo, saxo, flauta) y Fred Lonberg-Holm (cello). La producción fue hecha por ellos mismos y David Tolomei (Beach House, Dirty Projectors). Un dato de color es que fue grabado en Dreamland Recording Studios, una iglesia de finales del siglo XIX en el norte del estado de Nueva York. El resultado: texturas de jazz y synth pop, balanceadas de tal manera que no suenan pretenciosos sino la misma banda de rock con diferentes pinceladas que los vuelven más atractivos.
Luego de lucirse con el excelente Relatives in Descent (2017) y el EP Consolation (2018) para el que contaron con la colaboración de Kelly Deal (The Breeders, The Amps), se reeditó el primer disco No Passion All Technique (2012). Escucharlo generó la exigencia de volver a las raíces, a la urgencia que se desprendía de ese álbum y que fue producto, en parte, de la necesidad de crear a partir de la muerte del padre de Casey. Todos los demás discos estuvieron impregnados de alguna u otra manera por ese acontecimiento y era hora, según el propio cantante expresó, de cerrar el ciclo, como una obra en cinco actos que llega a su conclusión para dar paso a una nueva etapa.
El capítulo final, entonces, trata obsesivamente sobre el paso del tiempo, la decadencia, los malestares físicos y los del alma. Y también la aceptación como desenlace.
“Day without end” abre perfilando la intriga y tensión que serán singularidad a través de los diez temas: mínimas guitarras serpenteantes se enredan con saxos para terminar en una oscura improvisación free jazz. Un día eterno, en el que la posibilidad de dormir está vedada, el día final. La desesperación detona como catarsis y se consuma en el siguiente track, la distópica “Processed by the boys”. Portishead se encuentra con Rage Against the Machine, si se permite la digresión. Distorsión claustrofóbica atravesada por una batería marcial, guitarras no wave y desorientadores clarinetes para las líneas finales, haciendo un todo disonante y más si tenemos en cuenta su videoclip: de la mano del humor ácido, se trata de una recreación basada en un episodio ocurrido en la televisión brasileña en los 2000 en donde un programa de entretenimientos se desbanda y termina en una gresca generalizada. El corte reflexiona proféticamente si el fin de la humanidad vendrá de “una daga que brota de las sombras”, “una enfermedad extraña arrastrada a la playa” o será que “la realidad tiene un borde mucho más apagado/todos son perseguidos con una sonrisa, siendo procesados por los chicos”. Este tema fue tomado como un slogan por lo ocurrido a partir del asesinato de George Floyd y las sucesivas revueltas; en realidad fue escrito en base a la violencia policial de ayer y hoy y las amenazas que acechan a la humanidad y siempre están ahí.
La exploración rítmica aparece en “I am you now”. El cantante saca a relucir sus conocimientos literarios para adoptar un personaje de cariz maligno que es relatado con furia y delirio a la vez que la canción se vuelve impetuosa y alucinada en sí misma. Esa búsqueda continúa en “June 21”, mientras avanza por senderos innovadores y riffs repetitivos transmitiendo el fastidio que puede significar el comienzo del verano (boreal). Las voces de Nandi Rose le otorgan una apariencia optimista, en contraste. Protomartyr se retan a sí mismos a hacer cosas diferentes.
En “The Aphorist”, el caos guitarrero gana lugar para dar paso a la calma sucesivamente. Refiere a los lugares a los que lleva la creación en el arte de la música. Aspiraciones, dudas, narcisismo, críticas: “Todos estamos cortando patrones esotéricos en la hierba/Con la esperanza de llamar la atención de algún dios olvidado/ ¿Por qué no rompí la fotocopiadora cuando terminé?”. Las incertidumbres de una obra expuestas con sensibilidad, las heridas de las comparaciones que no tienen sentido pues la cosecha ya tiene sabor propio.
“Michigan Hammers” es un registro de cuatro minutos clavados en el que una improvisación jazzística irrumpe en la fatalidad sónica, haciendo de este un verdadero ejemplo de art punk. El derrumbe de voces e instrumentos hacia el final nos hace pensar en el objeto de la canción: un inventario de violencia policial, poder, manifestaciones, confrontaciones y conflictos entre el bien y el mal. La lucha de la clase trabajadora de Detroit está representada por los certeros golpes de batería de Leonard. El video fue realizado a partir de material de archivo, casi desde los escombros de la pandemia, pero bien podría haberse hecho con imágenes de lo ocurrido en Minneapolis y que encendió la mecha en todo el globo bajo el lema #BlackLivesMatters. Las líneas “Lo que ha sido derribado, no se puede reconstruir. Lo que ha sido reconstruido, no puede ser destruido” cobraron un sentido diferente entonces. Después de todo, ¿qué es el arte sino la resignificación a partir de la identificación de las obras?
Un fraseo de bajo denso y un saxo que termina descontrolado componen una contradictoria y enigmática vehemencia en “Tranquilizer”. La transición de un dolor físico en primera persona se siente real desde esa sonoridad visceral. “El dolor, dolor/ahí vuelve otra vez/De lado a lado/de costado a costado”. Los gritos distorsionados de fondo en los coros la hacen aún más vívida, el derrumbe final parece más cercano.
La poderosa “Modern Business Hymns” es una oda a la melodía power dark, si tal cosa existe. Casey aquí se distingue al cambiar su habitual recitado por el canto. Las guitarras salen al combate, entusiastas, en busca de la canción perfecta y por poco lo logran. Con una estructura de estrofas y estribillos, se acerca a un single en el sentido tradicional. Una desesperanza casi nihilista sugiere que el futuro, en vez de ser una fantasía conectada por naves espaciales en armonía, será tan adverso como la actualidad, o incluso peor: “El pasado está lleno de hombres muertos/El futuro es una crueldad/Resignate”.
Una opacidad en “Bridge & Crown” sustenta la impresión general de desventura que atraviesa Ultimate Success Today. En tanto que un oscuro saxofón acompaña, Ahee genera de a poco una vorágine sónica y estridente. Las obsesiones de Casey con la muerte de su padre aspiran a exorcizarse de una vez. “Worm in Heaven” es un cierre reflexivo y con fuerte presencia de los elementos “invitados” (vientos y cuerdas) que le dan a la melodía completa un aire de nostalgia. “Estaba asustado, siempre asustado”, dice la letra. Y se cree en la franqueza. No es una postura, la vulnerabilidad es real. “Soy un gusano en el cielo/tan cerca de la hierba/ podría lamer de los tacones de las botas de los bienaventurados”, canturrea Casey sobre un bajo espeso, una batería sutil y una guitarra que aumenta y baja la potencia cíclicamente, y que en conjunto tiene una semejanza a los primeros discos de Interpol o a sus amigos Preoccupations, de lo más cautivante del revival post punk. En el segundo corte audiovisual, sobre una sucesión de imágenes magnéticas predominan los colores claros y la sensación fría de la muerte. A medida que avanza, las figuras se muestran más asfixiantes. La canción pendula entre la belleza, la quietud y la catarsis, y constituye un cierre ideal para el ciclo que la banda quiere culminar: una posible forma de decir adiós.
“No entiendo por qué el público espera que el arte tenga sentido cuando aceptan que la vida no lo tiene” es una conocida frase del cineasta David Lynch. El sublime director ofrece a través de sus películas y series una atmósfera onírica y existencialista, cargada de preguntas sin respuestas. De alguna manera, Protomartyr sí se pregunta cuál es el significado de las cosas y lo intenta responder a partir del arte, aunque también entiende que no existe tal sentido y que ese entendimiento no necesariamente significa resignación o depresión. Tienen en común el tipo de planteo y el proceso creativo que resulta a veces tan abstracto como sugestivo. Porque algunas canciones, al igual que el trabajo de Lynch, son crudas y otras conservan la belleza de lo misterioso, tanto lírica como musicalmente.
En este disco, múltiples capas de melodías e instrumentación extra conviven con lo más punk de la banda. Los arreglos suenan sofisticados y caóticos a la vez, un caos de libertad artística que elevan las canciones en atracción y poder. Del debut, del que tomaron inspiración para componer este trabajo, surge lo indómito que mantienen en su esencia, al tiempo que el sonido avanzado y progresivo demuestra la evolución del cuarteto hasta el momento. Por otro lado, en momentos donde el mundo carece de lógica y las personas atraviesan un malestar, tanto en síntomas físicos como psíquicos, ¿por qué querer escuchar un álbum que aborda la queja permanentemente? Pues, porque justamente en la identificación se produce el aliciente y se puede encontrar una especie de bálsamo al comprender a otras personas recorriendo situaciones similares. Es la apuesta, al menos.Ultimate Success Today es un trabajo que puede llegar a desalentar a primera escucha, no se trata del sonido que reconocemos de inmediato en Protomartyr. El riesgo que asumieron al hacer algo diferente fue grande y se agradece. A través de los plays continuados, el disco toma una dimensión insospechada, engancha y termina enamorando. La ambición de estas canciones, en definitiva, llegan a la emoción más profunda: el fin último de la música.