Entrega XXV
Diario de la Pandemia FASE I (Reinicio)
Por Efraín Bucler
Día 120 – Lunes 13 de julio
Mala noche, casi no dormí. Las perras ladraron todo el tiempo. Pero otras veces pasó y no tuve insomnio. Los números de contagiados son un montón. Ya me parecían mucho setecientos, mil. Ahora son más de dos mil quinientos. Ese dato que vuelvo a escuchar en la radio del auto me predispone de mala manera y acelero a fondo ni bien paso el peaje de Berazategui.
Llego al trabajo y en silencio me cambio y salgo directamente para la administración a buscar los remitos de un ecógrafo del Hospital Vélez Sarsfield que reparamos hace un año y volvió a fallar. Le toca salir a Adrián y el Viejo. Los llamo por el apellido “Aquino y Jáuregui, ya está la camioneta para ir al Vélez Sarsfield”. El Viejo dice algo así como que el horno no debe para bollos porque los nombre así y es mejor dejarme solo, como los peros malos.
Y por ahí tiene razón, pienso.
Escucho:“Real wild child” de Iggy Pop.
Día 121 – Martes 14 de julio
Me despierto al casi al mediodía. El despertador del celular apagado me dejó descansar después de una noche con sueños pesados. No quiero levantarme pero ya es tiempo de afrontar el día o lo que queda de él.
Miro en la ventana como la lluvia fría empaña los vidrios. Hace unas horas que llueve, desde la madrugada, y por cómo está el cielo parece que va a seguir hasta la noche. En medio del contexto pandémico esta lluvia fría es un riesgo extra que suma preocupación a todas las que tenemos. Eso, pienso, para el que se preocupa. Para el que niega y negará todo siempre la cuestión es abrigarse y nada más.
Camino por la casa como un zombie. Todavía no me despierto del todo y ya quiero volver a la cama. Tal vez sea lo mejor que puedo hacer hoy por mí y mi familia.
Escucho: “I wanna be sedated” de Ramones.
Día 122 – Miércoles 15 de julio
Lleva tiempo estar atento a la información. Debe ser por la infodemia o porque descreo de lo que me cuentan por tv. Ya ni si quiera leo diarios, con lo que cuestan y la pandemia hace meses que no toco uno.
Más que nunca me resuena la frase “contala como quieras” que usa Jorgito para decir que alguien miente. Cada cual con su relato, sería algo a medio camino entre los gritos por la libertad perdida en cuarentena y el derecho a la información. Muy cómico si no estuviera la salud metida en el medio. Con las víctimas aquí y ahora.
Camino a la estación de servicio a comprar cigarrillos de nuevo. Dos paquetes en una misma semana. Como me comentaba Jorgito, como les pasa a mucha gente que conozco, parece que la incertidumbre hace su trabajo silencioso.
Escucho: “Mis amigos” de Los Punsetes.
Día 123 – Jueves 16 de julio
Juego con el volante mientras espero que el semáforo de la Avenida Garay se ponga en verde. La radio informa de un record terrible: 4518 casos de coronavirus en un solo día. Justo ahora que se volvió a Fase I para controlar la circulación viene esta cifra que supera las peores estimaciones. Paso por el costado de Plaza Constitución y veo un mar de gente en tres filas esperando para entrar al subte. Parecen las vacas cuando las suben a los camiones para llevarlos a Liniers. Me contento con viajar en auto aunque nada me garantiza zafar del contagio, pienso.
Llego al trabajo y justo delate mío hay un administrativo que le toman la temperatura y la pantalla del termómetro se pone roja: 39 grados. Dice la enfermera que espere afuera y tome un poco de aire fresco, que seguro es porque estaba dentro del auto con la calefacción a pleno. Yo me alejo un poco y le hago seña que se tranquilice y le digo que debe tener razón la enfermera. Me toman la temperatura y está todo bien. Voy rápido al vestuario para cambiarme y volver a ver qué pasa con este pobre pibe. Tenía razón la enfermera, le toman de nuevo la temperatura y marca 37,8 grados y un rato más tarde 36,7. En cuestión de veinte minutos ya no tiene fiebre, “sabía que no era real esa temperatura, estaría desvariando con 39 grados”, dice en voz alta la enfermera. El compañero se va a empezar su día un poco más tranquilo y yo también. Esperan trabajos pendientes.
“Está bien lo que hiciste porque le puede pasar a cualquiera que de repente tengas fiebre y no te des cuenta”, dice Adrián. Le contesto que hay tanto miedo al contagio que un poco se cae en la discriminación del que tiene Coronavirus. El Viejo nos corta: están esperando cinco cables de monitores para que les cambiemos las fichas así los lleva al Hospital Ferré. Pero seguimos charlando mientras nos ponemos a trabajar con los soldadores.
La vuelta a casa está más tranquila, por suerte, ya pasado el mal trago de la mañana con mi pobre y asustado compañero. Lo que queda es ver cómo hacen el presidente y el jefe de gobierno para cortar la Fase I después de tremendas cifras. Para uno de los infectólogos que se va a reunir con el presidente fue “una patada”, para otro “una señal que la situación se puede descontrolar”. La secretaria de salud de un municipio dice que “el virus juega, hace lo que quiere”, y yo no sé lo que quiere decir eso. Todos se preocupan, todos tenían una esperanza en estas semanas y no está dando los resultados esperados. Encima nos dijeron que era “el último esfuerzo para salvar el sistema de salud”. Como ellos con su gestión, la cuarentena no está dando resultado.
Escucho: “The drugs don’t work” de The Verve.
Día 127 – Viernes 17 de julio
Viajo con pocas expectativas, en la radio dice un especialista que la cifra de infectados no fue tan grande como el miércoles pero tampoco bajó de los 3500, eso puede indicar que no van a bajar o que tocamos el famoso pico y ya vienen mejores semanas. O sea, nada. Apago la radio mientras paso el peaje de Hudson y veo dos gendarmes tomando una taza de algo y riéndose mientras miran la pantalla del celular que uno muestra al otro.
En el trabajo, el debate es si seguimos en Fase I o se abren las actividades como el mes pasado. Yo les digo que seguimos en Fase I una par de semanas y después sí ya empezamos con la nueva normalidad. El Viejo se ríe, “la normalidad ya era anormal antes de la pandemia, en qué mundo se piensan que vamos a vivir la semana que viene”, nos dice y un poco nos reta o asusta. O solo quiere decir lo que estuvo pensando en estos días, mientras veía a sus vecinos de Almagro pasear, salir a correr y hacer compras como si el virus estuviese controlado.
Pasado el desayuno les digo que tengo que salir al cajero a buscar plata y pregunto si alguien quiere comprar algo. Pero nadie sale porque en un rato habla el presidente. Dicen que a las 11 pero desde más temprano hay móviles de los canales transmitiendo desde la quinta de Olivos. Y mis compañeros se quedan frente al televisor como cuando hay partidos del mundial, o las olimpiadas, o alguna marcha.
Llego a casa y todo sigue igual, el anuncio que iba a ser a la mañana se pasa para las 14hs y luego para las 16. Mientras, en un programa de noticias del espectáculo dan una primicia: los pasos de una apertura que el gobierno planea llevar adelante a partir de ahora. Es un borrador, dice el conductor, pero sabe de la eficacia de su operación. Preparamos un almuerzo y miramos la tele y la segunda pantalla, las redes sociales. Twitter revienta de comentarios, los memes o algo así están a la orden del día. El presidente parece un rock star que maneja los tiempos a su antojo, o sus necesidades.
Aparece al fin junto al gobernador de la provincia y el jefe de gobierno de la ciudad y anuncian la vuelta a Fase III en el AMBA. Porque “hay que cuidar la economía”, porque “la cantidad de muertos que se cuentan no son los del mismo día”, porque un montón de cosas más. Pero la sensación que nos queda en casa es que se equivocan, se entregaron, todos. Y que nos dejaron esta cuarentena flexibilizada pensando en la moneda y no en la salud.
Escucho: “We are all made of stars” de Moby.
Día 125 – Sábado 18 de julio
Desde temprano intento conectarme con los demás delegados pero nadie contesta mis mensajes. Tal vez se haya colgado WhatsApp, pienso. Pero en realidad, lo que busco es una explicación. El jefe de gobierno de la ciudad hace una conferencia de prensa donde cuenta su Plan Integral de Puesta en Marcha. Otra vez los grandes nombre para proyectos que a veces ni si quiera empiezan. Pero este parece que va en serio, no porque sea bueno sino porque representa los objetivos ambiciosos y egoístas del porteño medio: negocios abiertos, bares abiertos, tiendas abiertas, teatros, cines, y -por supuesto- el trabajo doméstico. Nada pueden hacer sin “la chica que me ayuda con las cosas de la casa”.
En la provincia, casi lo mismo. Sin aperturas pero con el levantamiento de la Fase I y los comercios de CABA abiertos, va a haber un montón de gente yendo y viniendo. La solución que nos traen no son mejoras salariales ni ayudas económicas. Bajo los brazos, ya no hace falta la famosa guardia alta. Solo queda esperar que el nivel de circulación comunitaria me alcance y junto con mi familia seamos unos números más en las estadísticas del sistema de información del Ministerio de Salud. Afuera, una niebla espesa cubre todo. Lo único que puedo ver es la vereda y el patio. Más allá de mi casa no veo nada.
Escucho: “Let down” de Radiohead.
Día 126 – domingo 19 de julio
La neblina sigue cubriendo todo el paisaje. No se ve nada otra vez. Escucho que las autopistas de capital y La Plata están cortadas. Por ahí la naturaleza nos da la chance de cuidar lo que nosotros desatendemos.
Me llega un mensaje de uno de mis amigos de La Linterna porque quieren hacer una nota sobre los trabajadores de salud. De paso, me comenta que el anuncio de ayer tuvo más de 40 puntos de rating, como los partidos de Argentina o un Boca-River. Y preguntan qué opino de las decisiones que se tomaron. Le contesto que hicimos mucho esfuerzo para nada y que me mande nomás las preguntas por mail así se las respondo durante el fin de semana. Me agradece y me recomienda una canción que salió en estos días y que se llama “La nueva normalidad”: “es muy esperanzadora, ya vas a ver por qué”. Nos despedimos y prendo la computadora.
Escucho: “La nueva normalidad” de Los Planetas.