Entrevista a Tomás Nochteff
“No teníamos miedo al fracaso, lo dábamos por descontado”*
Desde algún lugar de Europa, Tomás Nochteff responde sobre la historia y el mito de Dios, y habla por primera vez de una persona fundamental en la historia de los integrantes y de la banda
Por Carolina Figueredo
Dios fue un experimento y un triunfo en partes iguales. Tanto para sus integrantes como para quienes disfrutaron su corta vida o el legado del único CD registrado por Gonzalo Córdoba para F.A.N. Discos (2001) cuando el grupo ya se desvanecía. Al escucharlos la sensación que sobrevuela es la de estar en presencia de uno de los sonidos más innovadores de los ´90s. En ese recorrido se descubre que detrás de cada tema hay energía y a la vez angustia, que en otro contexto podrían contradecirse. También hay belleza, sin que suene fuera de lugar.
Siguiendo un axioma de sus ídolos, intentaron no copiarse de nada ni de nadie y arriesgarse por la singularidad. Tomás Nochteff en bajo, Javier Aldana en una batería de pocos cuerpos y Pedro Amodio como un cantante que más bien recitaba, conformaron “mediante esas curiosas transmutaciones que obra a veces la alquimia” una formación innovadora desde su oscura y cruda sonoridad y sobre todo desde su formación. Se infiltraron en una década donde los cánones establecidos para las bandas emergentes no iban por los rieles de la excentricidad claustrofóbica, bases hipnóticas y líricas que criticaban al conformismo de manera magistralmente poéticas. Amodio se sigue situando entre los mejores narradores que pendulan entre lo cotidiano y lo trascendente. Juntos, las letras y la contundente música transmitían y continúan transmitiendo la monotonía de los días y el devenir de Buenos Aires, los viajes en transporte público, las estaciones venidas abajo, los márgenes de la ciudad y la marginalidad, el olor a cigarro en un lugar cerrado, la noche y todo lo que ella depara.
En estos momentos, una reedición en vinilo del disco está realizándose en manos del sello Calar Music. Mientras tanto, desde algún lugar de Europa (tiene base en Berlín, junto a Carmen Burguess, pareja y compañera del dúo electrónico industrial Mueran Humanos), Tomás Nochteff nos responde algunas preguntas sobre la historia y el mito de Dios, al mismo tiempo que habla por primera vez de Paula Pérez, una persona fundamental en la historia propia de los integrantes y de la banda. “Sentía que ya era el momento y que no lo podía seguir obviando a pesar de que me costaba mucho hablar de ello”, dice.
La Linterna Noticias: Por lo que muestra el documental, ustedes eran como tres universos completamente distintos que colisionaron y que de ese choque resultó Dios. Los unió un momento particular de la sociedad y gustos afines, pero tenían experiencias de vida, personalidades, subjetividades y realidades diversas. Luego, al separarse, vimos como cada uno tomó rumbos diferentes también, dado por esa diferencia inicial. ¿Es así?
Tomás Nochteff: A nosotros nos unían nuestras coincidencias. Creo que solo parecíamos tan diferentes vistos desde el paradigma de esa época que era la banda de barrio, de amigos de la infancia, parte de la futbolización del rock de esa época, y en ese contexto quizás se veía raro que un grupo fuera heterogéneo. Nosotros nos escuchamos entre sí incluso antes de cruzar una palabra. Quisimos tocar juntos y armar el grupo por afinidad: nos juntamos muy seguros. Desde nosotros siempre nos vimos muy de acuerdo en estar en desacuerdo con todo lo que nos rodeaba, y en ese sentido muy parecidos entre sí, cada uno con su personalidad. Nos juntamos alrededor de la banda anterior de Pedro, Yo Soy Mío. Javier y yo éramos seguidores de ese grupo, así nos conocimos los tres. Cuando finalmente tocamos juntos encontramos una forma propia de sonar, bajo y batería alrededor de las letras de Pedro. Lo de limitarnos en los instrumentos también fue para obligarnos a ser creativos, para no darnos chance de resolver la música con los mismos recursos que los demás grupos.
Yo Soy Mío era un grupo formado por mujeres en el que Pedro escribía las letras y cantaba al unísono con una de las chicas. Durante un tiempo yo salí con una de ellas, Paula Pérez. Ella tocaba la guitarra y componía la mayor parte de las canciones, si no todas, siempre con las letras de Pedro. Por su personalidad y su talento fue alguien muy importante para todos nosotros. Ella se suicidó, tenía 21 años. Yo era más chico, para todos nosotros fue un golpe muy, muy duro. Habíamos hecho algunas cosas ya con Pedro y Javier pero cuando Yo Soy Mío desaparece porque ella muere nosotros nos concentramos en esta nueva banda. La primera época que fue cuando formamos lo que se podría llamar nuestro estilo estaba muy signada por esa muerte y otra de otro amigo nuestro muy cercano, Raúl García Godoy, con el que Pedro y yo vivimos un tiempo en una casa de Monte Grande, donde ensayaba Yo Soy Mío y donde Pedro y yo empezamos a hacer temas juntos. Raúl fue importante para nosotros, nos daba mucho apoyo. Cuando Pedro dice “viviendo lo mejor posible mis amigos se mueren” estaba hablando de algo muy real que nos pasó. Su lírica cambió, se volvió más sombría y nihilista. A mí me dio pudor hablar de Paula en el documental, me resultó demasiado personal, algo muy doloroso que me guardé para mí. Luego vi el testimonio de los demás y ellos tampoco la mencionaron, en realidad nunca hablamos de eso. Creo que todos lo sentimos de la misma manera, como algo sagrado y privado, pero no se me ocurrió hasta ahora que en realidad es una injusticia no recordarla, es como si no hubiera existido y eso no está bien.
Las chicas restantes formaron otro grupo, Pasto a las Fieras, con la que compartimos shows muchas veces. Lamentablemente no llegaron a editar nada creo. Yo Soy Mío es una banda de la que no se habla lo suficiente. Obviamente fueron el germen de Dios, ellas en general y todo su entorno. Pero además fue una de las primeras bandas de mujeres del under porteño y tenían algo realmente muy personal. Eran únicas, un grupo fascinante. Creo que también influyeron a Suárez, incluso ellos escribieron un tema sobre Pedro, muy al principio, que después no tocaron más aunque me contaron que Martes Menta hacia una versión, un tema que se llamaba “Pedro”. Suárez compartió muchas fechas con Yo Soy Mío, Gonzalo Córdoba grabó a Pasto a las Fieras y tenían el proyecto de editarlas en F.A.N. Eso fue un par de años antes de que empezara a grabarse el disco de Dios, no sé bien qué pasó con eso.
LL: Se rumoreó al menos un par de veces con la vuelta de Dios. Luego del documental y en otra(s) ocasión(es). ¿Se podrá hacer realidad?
TN: No es posible porque vivimos en continentes diferentes. Pero fantaseo con juntarnos en una sala a tocar, más que nada eso. Extraño esa emoción de tocar y componer juntos, la voz y las letras de Pedro, la batería de Javier. No sé si hablar de una reunión formal, hacia afuera, nunca fuimos de pensar en esos términos, pero creo que la química que teníamos seguiría ahí. No estoy cerrado pero no es fácil viviendo en otro país. Además, mi realidad es Mueran Humanos y eso no estoy dispuesto a resignarlo.
LL: Hay todo una mítica alrededor de Dios que desborda los años en que la banda estuvo activa. Como suele ocurrir con varias bandas que se separan y son más conocidas luego. ¿Por qué pensás que despierta esa nostalgia y esa épica?
TN: Diría que por las letras. Lo que hace Pedro en general es especial, alrededor de eso armamos el grupo. Tiene una forma de escribir y de decir que te toca en un lugar profundo. Éramos originales, seguro, salimos con una propuesta muy novedosa no solo para Argentina sino en general. Si éramos buenos o no, no es algo que tenga que juzgar yo, pero la personalidad lo hace interesante y la autenticidad lo hace perdurable. Me da mucha satisfacción que se siga escuchando, que siempre aparezcan personas más y más jóvenes que se enganchan al grupo. Siempre tuvo mucho reconocimiento entre los músicos y eso me da satisfacción, ¿por qué no? Dios me lo dio todo, me mostró mi creatividad, a la mayoría de mis amigos los conocí por Dios, a Carmen Burguess la conocí por Dios, ¿qué más quiero? Nunca va a ser un grupo popular. No es música para gente normal, lo teníamos todos claro desde el principio. El triunfo para mí fue hacerlo, simplemente, hacerlo y sacarlo para afuera. Cualquier reconocimiento que luego venga lo veo como un extra, como un regalo, y lo agradezco.
LL: En los noventa hubieron otras bandas que también hacían una crítica a lo que ocurría pero desde otro costado musical. En Dios se evidencia a través de la lírica. ¿Cómo influenció el contexto de descomposición social en su sonido tan atípico?
TN: Claro, en los noventa había mucho rock contestario en el punk, el metal y el hardcore. Hay discos clásicos que relatan muy bien esa época desde lo social: Dos Minutos, Hermética, NDI, etc. De todos ellos Loquero es mi favorito, a Chary lo admiro y lo quiero mucho y Temor Morboso es un disco increíble, incluso le veo un parentesco con Pedro desde las letras. Otro grupo buenísimo de la época con el cual sí compartimos mucho era Chiquero. Creo que Chary de Loquero y Ramiro de Chiquero son los dos letristas de la época más afines a lo que hacía Pedro. Pero volviendo a Dios, era muy diferente en todo sentido a cualquier cosa de la época y no hubiéramos podido integrarnos en esas escenas. Siempre tuve contacto con la escena punk y tenía claro que el público en los noventa era muy cerrado, aunque los músicos de los grupos eran más abiertos y de hecho muchos nos venían a ver. Pero la lírica de Pedro no es coyuntural, es atemporal. Él escribía desde un lugar muy personal, la situación social se colaba en sus letras pero no era su objetivo -creo yo- escribir letras contestatarias. Por eso, si bien se refleja la época en las letras, éstas no quedaron atadas a ese momento histórico sino que son válidas para el día de hoy, que también es una mierda social y políticamente, una mierda bastante parecida y sin duda una consecuencia de lo que se vivió en esa época; nada cambia demasiado estamos empantanados como sociedad. No sé en qué influyó la situación social al sonido, el concepto musical que siempre hablábamos con Pedro era muy ambicioso, algo como crear un nuevo folklore para la ciudad de Buenos Aires, totalmente desmedido y omnipotente como el nombre, y salió lo que salió. Obvio que no creíamos en serio que estuviéramos inventando un género musical, pero nuestra actitud era ¿por qué no apuntar a lo máximo de lo máximo? ¿Por qué ambicionar lo mediocre? Obviamente que no lo vas a lograr, pero ¿eso qué importa? El nihilismo total y la ambición total se tocan en este punto: como no esperás nada, podés ambicionar cualquier cosa, no tenés miedo al fracaso porque ya lo das por descontado, estás afuera del éxito o el fracaso. La negatividad total te proporciona una libertad total. Algo sale de toda esa locura, y uno después honra el error. Todo fue un experimento, había algo de humor absurdo hacia el rock en toda esa ambición, que se refleja en el nombre, y salió algo diferente de lo que en teoría se pretendía. Pero ya lo sabíamos, era imposible que nos saliera lo que queríamos, pero salió algo, y la intención lo convirtió en algo especial. Y el proceso lo disfrutamos, que es lo más importante.
*El título original de esta entrevista era otro pero luego de un intercambio con el propio protagonista entendemos que pudo haber herido suceptibilidades (lo cual no era la intención) y decidimos de buena fe tomar otra de las alternativas.