Poemario
Punta Lara – Laureana Cardelino
En Punta Lara se anuncia el recuerdo de la superficie vivenciada: el río en un juego pendular que acaricia las profundidades movedizas del paisaje
Por Sanderico
En Punta Lara el sentido poético se torna “ondulación serena”. Más de una veintena de poesías que abarcan el tópico del rio, de forma templada, para renacer en otra orilla aún más clara. Laureana Buki Cardelino sostiene un axioma central: el agua es movimiento, de aceptación de contrarios, destruye y construye continuamente, ya no en un tiempo imaginario, si no a un tiempo encarnado. De vicisitudes, de experiencias y meditaciones. Aun así, un péndulo de poemas contrariados, sutiles, que se despliega de un lado -horizonte- a otro, y que a la vez, cuidando el gesto de la “impresión” (que es núcleo veraniego de la localidad de Punta Lara), refuerza la intención, llana, lisa, coherente, concisa y concreta de ajusticiar la calma. Si por un lado se menciona “la parte movediza del paisaje”, por el otro “la basura. Lo barroso”, si por un lado se hace referencia a la “arena, peces, marea azul” por otro “la casa sucia, todo tirado”. Esta estética recorre la mayoría de las poesías de Buki: lo que sucede en lo claro y oscuro, y que nunca deja de ser traslación. Este trabajo poético consiste en restituir lo vivido y la experiencia, describir y aunque suene raro: analizar. Se expande y contrae en líneas visuales un no olvido de la sencillez -de esa experiencia triunfante- y lo que en términos de poesía intenta capturar en imágenes vivas de la memoria.
En Punta Lara no hay verborragias, exageraciones, ni mucho menos parafraseos exasperados. En la lectura no se va a encontrar muertes. No hay suicidios. No hay dios como símbolo del rio. No hay consuelo, desbordes erráticos con el lenguaje, ni Storni ni Virginia Woolf, ambas sucumbidas por la marea. Allí yace la fuerza de los poemas de Buki, que concentra en disimulo todas ellas y forja su propia estética: la de no caer en zonas conocidas. Todo eso en el fondo recae en claridad, cualquier lector puede apropiársela, puede entenderla. Es un trabajo poético popular.
Simpleza, ajuste, sencillez ufanada por el agua. Buki coloca cada oración de forma acorde, ordenada y moderada. Escribe con mirada ascendente el traspaso de cada hoja, cada nueva página -y vaya- cada nueva ola.
En Punta Lara lo vivido en el agua, se desplaza en el sitio del recuerdo y aunque no pareciera es novedoso porque contiene estridentes del realismo Boedísta de escritores de la Editorial Claridad o de la Poesía Objetivista norteamericana, en revival con el tópico de las mermas del sitio costero. Un esfuerzo sutil evocado en opuestos pero que anida empatía y golpe de contexto en situaciones disímiles. El juego de traslaciones es el leiv motiv, climas e imágenes son de añoranza, ambivalentes, jamás forzadas. No podemos desapegar la caricia de las palabras en el encuentro con el rio, del cuerpo poético con la vida misma dentro del tiempo de escrituras en la actualidad que vinculan cercanía con la experiencia.
El tiempo amerita la reedición de este poemario. Pareciera decirse que “la mejor poesía es la que se encuentra en las transformaciones” -y en los márgenes-. Todo habla de una traslación. Buki Cardelino reverbera claridad en esta perspectiva. Lo que existe en Punta Lara es una ambivalencia muy cercana a la poesía descriptiva y que a través de líneas prolijas, de rayos enteros de reflexividad, sabemos lo que recorre tras sus fulgores.
• Punta Lara
• Laureana Buki Cardelino
• Ilustración de tapa: Santi Casiasesino
• Colección Hybris
• Editorial Mutanta (2º Edición, 2020)
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