Música - Reseña Condenado al Siglo XX – Antolín (2024)

Uno de los artistas más reconocidos de la escena indie lanzó su trabajo luego de varios años de espera. Antolín nos ofrece nuevo disco, titulado Condenado al Siglo XX: un trabajo esencial y sincero

Por Martin Silva


A finales de febrero, ha llegado a las plataformas un trabajo más que recomendable. Antolín, héroe del low fi de los últimos años, editó Condenado al Siglo XX, un disco portador de una esencia íntima y sincera. 

El artista con asiento en Neuquén -desde hace cuatro años- eligió para su nuevo trabajo el formato larga duración, de la mano del sello LAPTRA y con la asistencia de Ezequiel Rivero en la producción. Son 10 tracks a través de los cuales Antolín logra expresar de manera sincera la esencia de un estilo propio. 

La producción comienza con “Planta Rodadora”, primer y buen intento de ubicar el sonido en el cruce de los siglos, con la angustia y el brillo que nos dejaron a cuestas los primeros dos mil años de calendario. Un poco de sampler, algún loop y mucho de guitarras. Y, también, mucha introspección, “Introvertido y en ruinas como una catedral/a veces me siento vivo, como en un capullo/ y a veces soy alguien que anda por ahí”.

El aprendizaje como guía para lo que vendrá llega con el segundo tema del disco, “Ladrón de almuerzos”. La melodía repite el esquema de canción con guitarras bien al frente, aunque esta vez, los teclados agregan un clima épico a la enseñanza: “Solo puedo decirte que el futuro está en tus heridas”.

Pueden verse de manera clara los orígenes de la canción indie de comienzos de siglo. En esos entonces, los bares y centro culturales platenses hacían de base de operaciones para el lanzamiento de bandas por aquí y allá. Una comunión y conjunción que la pandemia interrumpió y que se volvió a producir. Pero no solo las condiciones de producción y circulación del arte cambiaron con el Covid. Las personas y sus vidas son otras a partir de entonces.


Antolin, artista multifacético, editó “Condenado al Siglo XX”

La escena indie nunca ha dejado de consolidarse, incluso cuando algunas de sus bandas más trascendentes variaron sonidos. El ejemplo de El mató a un policía motorizado con la dupla de discos La Síntesis O’Konor – Súper terror, muestra que se puede actualizar aquello que parecía inmutable. En este caso, lo de Antolín puede tomarse como un retorno a las bases, a esos encuentros íntimos e hiperactivos. Entonces, a lo que debe acomodarse el disco, es a un público que o bien tiene unos años más, o bien hasta ahora venía depositando expectativas en otros sonidos.

“Los canales más altos” y “Sahara” sostienen este desafío de manera contundente. Y es “Mujercitas”, donde reaparece la referencia literaria y el signo de pertenencia a un mundo imaginario y pretendido. Una ciudad que araña, rasguña las sensibilidades de las personas, y de la que solo se puede escapar a través de la literatura. 

En tanto que “Serenia” imprime el humor crítico que también caracteriza a Antolín. “La vida es como un río turbio/ Dios ama las rocas, por eso hizo tantas/ Dios ama a las moscas, por eso hizo tantas”.

Paraíso cancelado (editado en 2018) había sido la última entrega en formato disco. Inquieto y sensible, Antolín ha girado por incontables ciudades de un lado y otro, más allá de las fronteras. Pocos artistas lograron mantenerse vigentes y rodar durante tanto tiempo. 

Volviendo a Condenado al Siglo XX, “Records de soledad” es unos de los temas que más se destacan de la producción. Riff de guitarras, melodías de teclados y voces que se encausan detrás de una confesión irónica que derrumba cualquier espíritu: “batiendo récords de soledad”.

Portador de todo un multiverso propio, Antolín es poeta y músico, artista plástico y compositor. Canta, lee, dibuja y recita como partes de un todo conceptual. De hecho, en La Linterna ha protagonizado una de las ediciones de Poesía Al Margen.

Pauline Fondevila es la invitada que se encarga de recitar en plan asistente de sistema operativo. “Computadora vampira” es una suerte de declaración y advertencia de los fantasmas que habitan las ciudades de mentira, hechas de arena y silicio. En tanto que “Murciélagos y hortensias” vuelve todo a su lugar: una canción,con el cantautor sentado en una habitación y un coro que clama porque los futuros años dorados no vuelvan.

El final es a pura autorreferencia poética. Y es una de las marcas identitarias de la obra de Antolín, que a través de éste y todos sus discos, despliega una potencia poética sin par. Con “Grúas en el viento”, las referencias y la sofisticación de su lenguaje transforman el tema en una ocasión para disfrutar de una dosis de poesía actual.

Antolín nos entrega este disco que es, antes que nada, esencial y sincero. Por un lado, porque carga con mucho del origen del sonido que exploraron (y siguen explorando) las bandas de las escenas independientes del país. Y por el otro, porque es un artista que nunca deja de hacer foco en sus canciones, sin prestar atención a los llamados de la industria cultural del indie institucionalizado. Los diez tracks que incluye el trabajo son, por separado o en conjunto, una buena señal para quienes gustan de la canción básica y potente. Una suerte de nueva old school. Al fin y al cabo, el título del disco bien refiere que se trata de otro de los tantos que se encuentra Condenado al Siglo XX.


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