Cobertura Buenos Vampiros y su noche consagratoria

La banda marplatense presentó su nuevo disco, Entre sombras, en una noche soñada. Bailes, pogos, invitades, nuevos hits e himnos desanimados para la nueva oscuridad

Por Martin Silva y Caro Figueredo


Desde la salida de Entre sombras estaba claro que Buenos Vampiros iba a consolidarse como una de las bandas del momento. Con su sonido darkwave y actitud punk, saliendo de una pandemia que reconfiguró la escena, la propuesta musical y estética de la agrupación marplatense tuvo su noche de consagración y en La Linterna Noticias te contamos cómo fue.


Tomates en verano

La noche arrancó con Tomates en verano, agrupación también oriunda de Mar del Plata y vecina musical: con un set consistente, a puro shoegaze con pizcas de pop y noise. El público que iba llegando en gran cantidad confraternizó con la banda soporte casi de inmediato. Corta y concisa, la presentación de TEV causó buena impresión a una audiencia que esperaba ansiosa y expectante el otro set, pero que mostró respeto y buena predisposición para el grupo formado por Carina Monjeau (bajista y cantante), Pedro Moscuzza (en batería) e Ignacio Giobellina (a cargo de las guitarras).  


Tomates en Verano

Una banda invitada es una parte importante del show, una suerte de apoyo de parte de la anfitriona que obsequia para quien quiera oír. En ese sentido, hay que prestar atención a esta banda que tiene cuatro discos publicados. El último es del año pasado, se titula Sin ton ni son y desde La Linterna recomendamos fervientemente.

Apenas pasadas las 21:30 horas, Buenos Vampiros apareció en el escenario de Niceto. Las imágenes del mar hicieron de intro para que el cuarteto marplatense emprenda la conquista de las almas presentes.


“Camina conmigo, me siento más fuerte”

El mar, ese mar característico de su ciudad natal, de noche y ruidoso, recibió a Buenos Vampiros, que inició su show con “La calma del cementerio”, con Irina Tuma a cargo de la voz y coros de Luana Giobellina, la bajista. Sin más, le siguió “Puedo ver el mar en tus ojos” y esta vez fue Ignacio Perrotta, la otra guitarra, quien comandó el micrófono. Un baile tímido y el primer mosh demostró que se empezaba a disfrutar tanto abajo como arriba de las tablas. 

“Tengo frío”, el tercer track del disco y del show. Irina, guitarra al hombro, a estas alturas ya tenía las almas de asistentes en sus manos. Cautivante, embrujaba. Controlaba todo mirando profundamente sobre la multitud. Con su outfit de encajes, coserte y make up gótico, mezcla de Siouxsie y riot, hacía bailar a Niceto de punta a punta. “Caminamos”, con su letra e interpretación, conmovía a cualquiera. Una pausa y un puente conectó con una súplica imposible de ignorar: “Camina conmigo, me siento más fuerte”, mientras los ojos de Perrotta se iban cubriendo de lágrimas. No lo ocultó (no había por qué), y por un instante la conexión con quienes comprendieron la situación fue total. Es que ese verso configura un ruego que bien puede ser un verdadero himno anímico de la escena independiente actual. 




Con “Jugando en la oscuridad” el baile se renovó y los saltos acompañaron a la banda en su trance. “Alguien te espera” fue acompañada por imágenes de lápidas que mostraban el efecto del paso del tiempo. Mar del Plata, ciudad oscura, dark, depresiva. Esa que existe y que bien reflejan las canciones de Loquero, otra banda que desde allí supo cruzar fronteras. En la aparente quietud, las guitarras llenaban espacios con una densidad opresiva, mientras que el bajo espesaba aún más las melodías y Mora Murguet parecía castigar los platillos. Le siguió “Canción para Rufina (Tu aroma)” y a Perrotta parecía dolerle el pecho de llorar, en esa hermosa interpretación dedicada a una estrella que alumbrará y cuidará para siempre a quien lo necesite. 



“No tengo idea”, último corte de promoción del disco, se coronó como un hit al recibir al primer invitado: el clown que la pasa mal en una fiesta. Aunque, a esta altura de la noche, las caras y las gestualidades daban cuenta que la banda la está pasando bien. El sonido, sin reproches, se caracterizó por congeniar con lo que sonaba. La puesta estética, impronta de la banda, no fue la excepción: Irina, Ignacio, Luana y Mora parecían personajes traídos de un film de época, de una novela maldita y de terror. De blanco y negro, faldas con volados, camisas vaporosas, collares con cruces invertidas. Entre sombras, disco que profundizó en la tristeza en comparación a los dos trabajos previos, nos mostraba que el grupo continuaba con la singularidad de líricas breves, abismales y contundentes, a la vez que imprimían mucha teatralidad a las interpretaciones. Buenos Vampiros la estaban rompiendo y lo sabían.



La lista de temas fue respetando el orden del disco. La trilogía “Una vez más”, “Desorbitado” y “Déjenme solo” cerraron una primera parte del show. Contundente y con mucho ensayo, terminó configurando una presentación profesional de un gran álbum, editado por el sello Casa del Puente. Eso ya alcanzaba para cerrar la noche. Pero habría aún más.



La nueva oscuridad

Los BV aparecieron nuevamente en escena, sonrientes. En esta segunda etapa del show hubo más desinhibición. Arengados por Irina, el público comenzó la descarga: saltos, gritos de aliento y brazos en alto para acompañar “Paranormal”. El público improvisó una ronda que rompió en saltos, pogo y al fin mosh. Le sigue “En la arena” y luego otra sorpresa: “Invitamos a una amiga, que nos rompió el corazón a más de uno”. Nina Suarez Bléfari (quien sacó uno de los discos de 2023, Algo para decirte) se sumó para interpretar de manera impecable “14 de febrero”. 



“Me paralicé” y “El perro”, desde su disco anterior, precedieron a otro de los puntos altos del show: “Momentos”, con acompañamiento de una violinista invitada. La vuelta a su primer disco (Paranormal, de 2019) fue de la mano de “Cada vez” y “32”. Ya había pasado más de una hora de show y la banda continuaba destilando angustias y desasosiegos sin ningún tipo de contemplaciones. Era tiempo de “Desmotivada” y el público fue un baile constante y coordinado, mientras la banda festejaba la entrega de su gente. 

Se acercaba el momento de los últimos temas y de los agradecimientos a familiares y amigos, a bandas y artistas presentes. Y es que Buenos Vampiros trajeron padres, tíos, músicos, amigos de Chivilcoy y hasta el mar a Niceto. Nahue Terror (de Paranoia, entre otras bandas) es el último invitado para hacer “Tanques”. 



En el turno de “Verano”, a un solo de batería la audiencia respondió con ovación para Mora. “No quiero que te sientas mal por mí, si yo tuve la culpa de todo el mal en esta casa”, cantaba Perrotta y se desgarraba a cada golpe del redoblante, mientras las guitarras volaban por el espacio y el bajo daba las últimas asestadas en los corazones. Se terminaba así la presentación en Capital Federal de Entre sombras.


Si la consagración de una banda o artista se mide por su trascendencia, se puede decir que este momento de Buenos Vampiros es consagratorio. El show fue impecable, la respuesta del público, muy buena, tanto en la asistencia como en la forma de vivir el recital. Este salón nunca fue tan oscuro; esta parte de la ciudad que es tendencia por brillar de día y de noche con sus bares y oficinas de multimedios. Y sin embargo ahí están, banda y público, montando, dándole valor y sentido a la nueva oscuridad.





Buenos Vampiros presentó su tercer disco en Niceto Club el viernes 4 de octubre.

Todas las fotografías por Ainara Romero (@araniaph) • Fotos y videos de Instagram

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