Entrega XVIII Diario de la Pandemia (Cuarta Fase Bis)

Por Efraín Bucler

Día 71 – Lunes 25 de mayo

Feriado en casa y con un sol enorme y cálido que me recuerda esos mediodías en el patio luego de algún asado familiar o con amigos.

Voy al mercado y paso por el medio de la plaza para cortar camino. Está vacía y bastante sucia. Parece que los lugares no utilizados son olvidados, pierden la atención. Como también hemos dejado de prestar atención a las cosas que hacíamos por gusto o por costumbre y ya no lo hacemos ni tenemos. Miro un rato el banco pegado a un árbol y recuerdo cuando nos sentábamos a tomar mates por las tardes y leer un libro, mientras algunos chicos jugaban a la pelota y otros se hamacaban o se tiraban por el tobogán.

Paso por el costado de un monumento a Malvinas y veo un cartelito colgado ofreciendo locro. Y me devuelve a la realidad del 25 de mayo, a la pandemia. Como ese cartel de entrada al barrio que atraviesa la avenida por encima de los postes de luz.

Escucho: “Welcome” de Sin Ley.

https://www.youtube.com/watch?v=zEff9gBWEG4

Día 72 – Martes 26 de mayo

No trabajo y descanso porque hace mucho frío para levantarse. Sigo todos los movimientos y la realidad desde las redes sociales y la cama. Villa Azul simplemente desapareció del foco, ya no se habla más: se fueron las cámaras y detrás de ellas los funcionarios.

Tengo que sacar un nuevo permiso de tránsito así que me predispongo para pasar un buen rato con un lío de trámites. Esta vez, incluye una aplicación que le permite al gobierno saber por dónde estoy en tiempo real. De eso, el gobernador de la provincia está orgulloso. Pienso cómo cambió ese tipo que era un estudiante de la Facultad de Económicas de la UBA y que habían logrado ganarle a la Franja Morada después de décadas de los radicales al frente del centro de estudiantes con su agrupación Tontos pero No Tanto (TNT). Ya dejó de ser estudiante, pienso.

Escucho: “Frio” de Loquero.

Día 73 – Miércoles 27 de mayo

Otro día más de descanso y estas mini vacaciones de cinco días me dieron un respiro necesario. Pienso en la cantidad de personas que no tienen esta suerte, ni la de descansar ni la de tener trabajo, aunque la plata no alcance y el auto tenga que esperar hasta la próxima semana para que pueda cambiarle la batería. Bajo el capó y lo dejo así nomás, sin lavar. Problemas menores, comparados con los de la mayoría.

Me quedo un rato hasta que se conectan unos amigos que van a amontar una página de noticias y quieren que cuente mis experiencias durante la cuarentena. “Queremos reflejar lo que pasa con las personas que tienen que ir a trabajar durante la pandemia”, me dice uno. Y también me dice que hay muchos escritores que están escribiendo un libro o un diario pero que ninguno de ellos tiene que trabajar ni va a los hospitales como yo.

Me gusta lo que me dicen pero no me convence el formato. Si voy a salir escrachado prefiero que sea por algo hecho a mi estilo, pienso. Me dicen que tengo unos tres o cuatro días para pensarlo. Y es ahí cuando le planteo mis condiciones: en dos semanas les puedo tener algo escrito y en formato de “Diario”, les contesto. Y les aviso que voy a desconectarme para hacer unas cosas. Y ya sé que les robé la atención y que ahora el que propone soy yo.

Escucho: “Take it or leave it” de The Strokes.

Día 74 – Jueves 28 de mayo

Viajo en micro a Capital y es raro volver a hacerlo después de tantos días. Miro el paisaje con extrañeza y me doy cuenta que logré olvidar los peajes, los barrios privados al costado de la autopista, los asentamientos al costado de los barrios privados y los patrulleros al costado de los asentamientos. Y las lagunas y basurales detrás de los patrulleros.

Me despierto asombrado porque ya estoy llegando a Plaza Constitución. Y también un poco desilusionado porque quería estrenar mi nuevo Permiso de Tránsito. Dicen que sólo cinco millones de personas lo tenemos, lo que no es algo tan exclusivo ni privativo, pues miro el micro y está casi completo y pienso que con la normativa que solo los trabajadores esenciales podremos usar el transporte público, tal vez la semana próxima volvemos a ser diez o quince pasajeros. Por ahora, somos unas cuarenta personas que arrancamos otro día más para jugar a la ruleta rusa de la pandemia.

Cuando llego al trabajo, mis compañeros que están en la cocina miran atónitos el noticiero que cuenta que en Mar Del Plata, Córdoba y Necochea anuncian la reapertura de bares, clubes y algunos comercios. “Está bien”, dice el Viejo, “si ya nadie cumple la cuarentena, que sigan nomás disfrutando los bares y los boliches que van por buen camino”. El Viejo es irónico como pocos y entiendo lo que quiere decir, es un esfuerzo muy grande el que estamos haciendo muchas personas como para que un par de egoístas tengan la mente fija en tomarse un café en la vereda de un bar. Mucho esfuerzo, es verdad, que la mayoría ha dejado de percibir.

Escucho: “Serve the servants” de Nirvana.

Día 75 – Viernes 29 de mayo

“Cordobazo”, le digo a Jorgito porque sé que a él la memoria histórica es algo que le sale por los poros. Y empieza a hablar de épocas épicas donde los obreros cordobeses se juntaban con los estudiantes y la sociedad toda para enfrentar el modelo económico de la dictadura. Le digo que estamos muy lejos de esa situación, todos encerrados y dejando las calles solo para los trabajadores esenciales. Y con los gobiernos democráticos haciendo lo que quieren, sin prestar atención a la gente, que vive con un grado de incertidumbre tremendo.

En definitiva, pienso que nos acostumbramos cada vez más a la vigilancia y los controles.

Escucho: “Complete control” de The Clash.

Día 76 – Sábado 30 de mayo

Desde temprano los canales de noticias se entretienen con el cohete que se va a lanzar a Marte. Así nomás y como si no le importara nada de lo que pasa en el mundo, un magnate se arma una nave espacial, la monta sobre un cohete Falcon 9 y comienza la nueva era de la colonización de los planetas. Lo hace, pienso, para seguir haciendo lo que se le antoja sin las restricciones virales y legales de la Tierra.

Se transmite a los cinco continentes como una final de futbol, más bien como la NBA o el Super Bowl yanqui. Como no hay deportes ni entretenimientos, la capacidad de adaptación me lleva a quedarme frente a la pantalla viendo cómo van a pareciendo los astronautas y se suben a la nave Dragon, y cómo Donald Trump felicita al multimillonario Elon Musk por su aventura. Por un momento, la nave representa el sueño colonizador de una tierra sin virus ni legislaciones impositivas, un hábitat con mejores condiciones de vida, de libertad y de negocios.

Escucho: “The man on the moon” de R.E.M.

Día 77 – Domingo 31 de mayo

Domingo de sol y viento frio. Me parece extraño tener que salir a comprar con campera, como si fuera a trabajar. Pero el frío este año ya comienza a mostrarse tremendo. Ni el tiempo va a ayudar esta vez.

De vuelta a casa me cruzo con un vecino que me pregunta cómo va el trabajo. Es de los pocos que trabaja durante la pandemia, así que también le pregunto cómo le va a él y me dice que ya hay unos cuantos infectados porque en el supermercado no los cuidan, solo les dieron dos pares de tapabocas y una máscara para las cajeras. Y me cuenta la secuencia de una mujer que se estaba llevando unos sobres de jugo y mayonesa en su campera y nadie del personal de seguridad se animaba a revisarla por miedo a contagiarse. Me dice que se fue como si nada y que esto pasa bastante seguido pero como a él no le descuentan de la mercadería faltante no se preocupa, deja que se lleven las cosas nomás.

Nos saludamos porque ya estamos en la puerta de su casa. A mí todavía me quedan dos cuadras de cargar con las bolsas. Me voy sonriendo por la anécdota que me recuerda a una canción donde pasa algo parecido.

Escucho: “Been caught stealing” de Jane’s Addiction. 

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