Osvaldo Bayer (Parte I)
Morada rebelde en Osvaldo Bayer
Existen personas con espíritus rebeldes de nacimiento. Osvaldo Bayer narró historias que develan la verdad vencida y reprimida. El archivo, las bibliotecas, la forma de bucear y encontrar los rastros silenciados y visibilizarlos. Potencia, serenidad o morada pacífica de lo que acaece entre escrituras y trayectoria de vida
Por Sanderico y Martin Silva
En 1909 un grupo de amigos se decide a realizar escándalos. Un pequeñuelo de nueve años de edad sobresale frente a los demás. Frente al resto. Realiza dos acciones éticamente desmedidas: la primera, quema una bandera de España en repudio a la ejecución de Guardia Ferrer -pedagogo español anarquista injustamente asesinado-, y no conforme realiza otra segunda acción; arroja una piedra de toque. Ese pequeñuelo rebelde y atrevido es Roberto Arlt. Desplazamos la piedra de toque de Roberto Arlt hacia la morada rebelde de Osvaldo Bayer. El historiador “Oswald” en referencia al escritor de Los Siete Locos sostuvo en vida que “de locos totales, los que más me gustaban a mí, se encontraba en el escritor y periodista Roberto Arlt, nacido en el barrio porteño de Flores, de padre prusiano y madre triestina.”
En esta segunda edición de Perfiles se abordará al periodista e historiador distinguido en nuestras tierras: Osvaldo Bayer. Junto con Arlt, ambos de procedencia alemana, ambos cronistas, ambos rebeldes. Se encuentran algunas relaciones con sutil sincronismo, especialmente en un nombre que los vinculaba fraternalmente:Severino de Giovanni (leer en La Linterna: “Roberto Arlt, una máquina polifacética a contracorriente. Parte III”). Bayer afirma: “escribí el Severino en los sesenta porque quería discutir con los ideólogos de las programaciones armadas, demostrarles cómo un hombre de tan bellas cualidades se perdió en la violencia, cuando tal vez podría haber sido un rebelde de agitación muy valiosa” (1)
¿Cuál fue la morada rebelde de Osvaldo Bayer?
Bayer escribió la historia de Severino que fue “devorada por la juventud que se había volcado a la lucha armada, que encontraba un modelo y una justificación para las acciones contra el poder”. Hubo repercusiones varias de su libro acerca de Di Giovanni, incluso un proyecto de filmación que resurgió tras la victoria de la fórmula Cámpora-Solano Lima en 1973. “Los nuevos aires impulsaron a Leonardo Favio a interesarse por el libro de Bayer y adquirir los derechos. Con el personaje pleno de ternura, pleno de amor hacia todos los seres”. (2) La historia que hacía justicia al anarquista “violento”: “Severino Di Giovanni, el maldito, no es nada más que eso. El libro de Osvaldo Bayer narra su historia, la de un rebelde sin medias tintas, un Espartaco del Río de la Plata, que amó las obras del pacifista Reclus y la crítica de Nietzsche a la moral de los esclavos, que defendió con su traje negro y una Colt 45 la libertad de los obreros Sacco y Vanzetti, asesinados en los Estados Unidos y de nuestro Simón Radowitzky recluido 21 años en Ushuaia. Un hombre de acción y un antifascista visceral”. (3)
Osvaldo Bayer nació el 18 de Febrero de 1927 en la Ciudad de Santa Fe. Provenía de una familia de Schwaz, un tirol austriaco al sur de Alemania. Para las épocas del 1920, los Bayer se encontraban en Rio Gallegos. No obstante la familia se desplazó a diversos lugares por motivos laborales, de Santa Fe a Tucumán, llegando incluso hasta nuestro cercano sur, en Bernal. Entre los 8 y los 16 años estudió piano. Se apasionó con las obras de Richard Wagner, Franz Schubert, Rober Schumann, Johann Sebastián Bach y Beethoven. Desde pequeño demostraba ser un voraz lector, sabía de memoria el Martin Fierro y los poemas de Rubén Darío. Más tarde quedaría fascinado por Walt Whitman, Evaristo Carriego y el poeta Friedrich Hölderlin. Lee cuentos y novelas de Julio Verne, Emilio Salgari, Alexandre Dumas, Robert Stevenson. Recorrió las páginas de los grandes universales: Goethe, Kleist, Rilke, Hesse, Mann, Sartre. La responsabilidad de su formación ácrata la debió a un “loco” anarquista exiliado llamado Richard Turah y su formación política fue tributo de su hermano Rodolfo, quien lo llevaba a la biblioteca popular de Belgrano a leer Marx, Engels, Bakunin y Kropotkin. Ya a los 16 años leyó “la vida de un rebelde”, de Rudolf Rocker, en una edición impresa del periódico “La protesta Humana”. Fue lo primero que lo hizo inclinarse hacia el socialismo libertario.
La militancia entre dos mundos
Sus estudios siempre fueron inconclusos, desde periodismo hasta medicina y Filosofía. Sus trabajos fueron cambiantes, el primero de ellos como corredor de seguros. A su vez Bayer trabajó como empleado en la Asociación de Jubilados y Pensionados de Correos y Telégrafos. Después, hizo el curso de guardavidas y cumplió tareas de bañero durante algunas temporadas de verano en la pileta del propio Club (en la actualidad, el Club Comunicaciones de la Ciudad de Buenos Aires). Ingresó como aprendiz de timonel. Ya para Abril de 1950, acompañó medidas de fuerza en el gremio de marítimos. La rebeldía otra vez.
En 1951 en sus estudios conoció a David Viñas, por entonces presidente de la Federación Universitaria de Buenas Aires (FUBA), a quién rescatará como docente. Frecuentó también a Rodolfo Walsh, coincidiendo ambos en su rechazo al peronismo. Decidió abandonar Filosofía, harto de la chatura académica y del clima político, principalmente por el contexto de constante hostigamiento. Emprendió el viaje a Alemania, con el factor determinante de encontrarse con Marlies, su pareja, y también retomar los estudios. Tampoco quiso dejar de escribir.
En 1952 Bayer era una figura militante, entre dos mundos, de Argentina y Alemania. Denunció la barbarie, vio el horror dejado por el nazismo. En 1953 en la magna Universidad de Alemania presenció las conferencias del filósofo judío Martín Buber. Entre 1953 a 1955 publicó unas decenas de notas firmadas como Oswald Bayer, enfocadas en la realidad alemana, en las que política y arte estrechaban lazos. A mediados de 1954 viajó a Berlín para cubrir la cuarta edición del Festival Internacional de Cine de esa ciudad. En esos años escribió asiduamente.
En Hamburgo nació su primer hijo. Además de la conformación de una familia, estudió exhaustivamente Historia. La discusión política y el trabajo periodístico atravesaron ese “primer exilio”, como definía a veces dicho periodo. El 30 de Mayo de 1956 Noticias Graficas, anunciaba el retorno de su corresponsal en la Alemania Federal, Bayer empezó a frecuentar a un grupo de jóvenes del Partido Comunista: Juan Gelman, Andrés Rivera, Roberto Cossa y Juan Carlos Portantiero.
Entre octubre de 1956 y noviembre de 1957 estalló la llamada “Huelga de los Locos” protagonizada por la Federación de Obreros en Construcciones Navales-Autónoma (FOCN), considerada por algunos historiadores, entre ellos Bayer, la huelga sindical más larga de la historia argentina en el siglo XX. Significó para el periodista la vivencia de un conflicto de una envergadura inusitada en plena dictadura militar y el conocimiento en profundidad del pensamiento y la acción de los trabajadores anarquistas, encabeza por Domingo Trama, que reclamaban una jornada laboral de seis horas y mejores condiciones de trabajo.
La chispa en la pradera sureña
Bayer se trasladó a Esquel (Chubut) porque fue contratado como redactor de un diario. Inconforme con la línea editorial, renunció. En una trama novelesca, fue acusado de intento de homicidio por el director del medio que lo había convocado. Fundó un periódico crítico, de denuncia: La Chispa. El primer número, aparecido el 20 de diciembre de 1958, contenía el artículo “Tiene encono nacional el despido de dos periodistas de Esquel”, sin firma, en el que se relataba la salida de Bayer y de su colega Raúl Yague Velasco del medio gráfico. La Chispa fue apagada el 4 de abril de 1959, con la edición número 8. La Gendarmería intimó a Bayer a dejar de publicar el periódico y abandonar la provincia con el argumento de que sus artículos ponían en peligro la seguridad de una zona de frontera como aquella. Años de entrar y salir de cárceles solo por decir o escribir verdades, quién podría seguir adelante sino Bayer.
A pesar de todo, siguió su carrera de periodista. A partir de ese mismo año de 1959 su labro fue en Notificas Gráficas y luego en Clarín, que se extendieron hasta diciembre de 1973. Entre medio, la revolución Cubana.
En abril de 1961 el testimonio de Bayer sobre Cuba quedó plasmado en caliente, a toda la página, en Gente de Prensa, la publicación de la filial porteña del Sindicato de Prensa. Bayer aprovechó la jornada libre hasta la reunión nocturna con el Che para encontrarse con un viajo amigo, Rodolfo Walsh, en el departamento que ocupaba en el octavo piso del edificio Focasa, el más alto de La Habana, en el barrio El Vedado, que ofrecía una vista privilegia al mar Caribe. Se sabe de su apreciación y testimonios críticos y favorables en cierta medida a la revolución de aquel entonces.
A partir de 1970 Bayer comenzó a escribir en Semana Gráfica y desarrolló una obra literaria de manera increíble. Y no paró hasta sus últimos días. Arrancó con Severino Di Giovanni. El idealista de la violencia, (Buenos Aires. Editorial Galerna, 1970), Los vengadores de la Patagonia Trágica, tomo I (Galerna, 1972), Los vengadores de la Patagonia trágica, tomo II (Galerna, 1972), y Los vengadores de la Patagonia trágica, tomo III, (Galerna, 1974).
El decreto 2272 del año 1975 que tenía como objetivo “aniquilar el accionar de los elementos subversivos” terminó de reglamentar la represión ilegal en Argentina. Para la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A, que venía actuando hace unos años, significó vía libre para secuestros y todo tipo de acciones violentas contra las almas rebeldes. Y fue también, el último aviso de partida para quienes tuvieron la triste posibilidad del exilio.
Pero las hierbas crecen “aparentemente” por si solas, y en cualquier terreno. Lo que cubre una supuesta morada rebelde, es la voz de los muchos, de los silenciados. La morada de la rebeldía en Osvaldo Bayer es no rendirse a la pleitesía del orden. Quitar el velo de la supuesta “verdad” oficial. Develar, desmitificar, des-monumentar la mentira de la historia oficial (4). La verdadera historia recupera la memoria, que sólo en la morada rebelde Osvaldo Bayer pudo contemplar.