Por Efraín Bucler
Día 191 – Lunes 21 de septiembre
Primavera. Nublado como es habitual en el cielo del sur. Vamos en la camioneta hasta el Bajo Flores a buscar unos tubos de aire para soldar. Las plazas y parques de capital están cerrados formalmente, aunque comienzan a llegar desde temprano chicos y chicas que le hacen caso al Ministro de Salud de la Ciudad que aconsejó la socialización en espacios abiertos. “Una primavera nórdica”, dice el chofer, “sin mates, sin picaditos de futbol”. Tiene razón, pienso.
Al regreso a casa veo por la autopista mucha presencia policial. Debe ser que el ministro de seguridad de la provincia sintió la necesidad de poner orden ante la marea de estudiantes que irían a festejar su día en los hermosos espacios verdes que tenemos por aquí. Cada metro de plaza es custodiado por patrulleros, motos y hasta cuadriciclos con uniformados llevando sus escopetas de los hombros. Igual, las plazas de mi barrio no tienen casi gente. Apenas algunos padres que hamacan a sus chicos y nada más. Y es que los adolescentes y jóvenes prefirieron juntarse en sus casas a la exposición y escarnio públicos. Lejos del virus.
Escucho: “Panteras en el parque” de Antolín.
Día 192 – Martes 22 de septiembre
Preparo mates para tomar en el patio, aprovechando que no llueve y el sol todavía no es tan fuerte. Me llega un mensaje de voz de alguien que necesita conectar unos sensores de temperatura en un mercado. Es chino o algo así porque le entiendo a medias. Arreglamos para ir a ver el trabajo esta misma tarde.
Ya empieza a verse movimiento: la gente, estas semanas, se animó a seguir con su vida en lo que pueda. Y yo no voy a quedarme acá sentado, esperando que me coman las deudas. Alguna solución, una alternativa voy a tener que encontrar.
Escucho: “Van andando” de Los Reyes del Falsete.
Día 193 – Miércoles 23 de septiembre
Camino por el centro de City Bell. Las calles arboladas y los negocios con vidrieras amplias y espejadas me recuerdan a una parte de Recoleta. En realidad, pienso, ésta es casi la zona más exclusiva de La Plata. Pero como en todos lados, hasta los barrios exclusivos tienen un mercado chino. Y ahí voy para encontrarme con Lí y colocar la cámara y el monitor a la entrada de su negocio.
En tres horas ya está todo conectado, programado, probado y funcionando. Le explico a Lí que a veces puede pasar que alguien tenga más temperatura que los 37° por el abrigo o porque caminó mucho y que en ese caso espere unos minutos afuera para que baje un poco. Me dice que sí, que me entiende ok; “borde rojo se va afuera de mercado” y hace un ademán con el dedo índice de la mano derecha.
No le digo más nada porque me pasa el dinero y salgo con la valija y mi jornal para el auto. Paso por el control de Camino Centenario y Arana donde hay solo dos patrulleros parados con las puertas y vidrios cerrados. Voy a llegar de día a casa. Me espera otra tarde de mates en el patio. Eso me entusiasma y pongo un poco de música.
Escucho: “Todo lo que quiero en este momento, oh” de Los Sub.
Día 194 – Jueves 24 de septiembre
Voy yendo al trabajo por la autopista y paso como por un tubo. Nada de controles en el acceso a Capital. Libre albedrío para el comercio. El famoso “libre tránsito de bienes y mercancías” protegido por la letra chica del capitalismo moderno.
En el trabajo me espera una balanza reparada para la maternidad del hospital Penna. El contagio de Adrián terminó significando más trabajo para mí, pienso y reclamo en voz baja. Enseguida llamo al chofer para ir hasta Parque Patricios. En el camino vemos que empiezan a abrir los bares y le digo al Viejo Jáuregui que si terminamos rápido en el hospital lo invito a tomar un café. Me mira con cara de pocos amigos y me dice que no, que mejor un café con leche y medialunas.
Escucho: “Desayuno Continental” de Mi amigo Invencible.
Día 195 – Viernes 25 de septiembre
La primavera quiere empezar a asomar por fin. Desde la autopista el cielo se anticipa celeste, sin una nube. En el Taller desayunamos cada cual con su taza y unas galletitas que el Viejo pone en un plato, mientras comenta que Adrián le mandó un mensaje para avisar que el lunes vuelve al trabajo y que están todos bien en su familia. Llama el director Casan para pedir que vayamos a su despacho. Jorgito dice que ya nos estaba extrañando y yo digo que no tengo ganas de discutir ni verle la cara. Por rebelde, me dejan acomodando las herramientas.
Escucho: “No sé cómo te atreves” de Los Planetas.
Día 196 – Sábado 26 de septiembre
Linda mañana de sábado. Todavía fresca así que los mates los tomamos dentro de casa.
Repasamos los arreglos del hogar que quedan pendientes: acondicionar el patio, limpiar la vereda, cortar la ligustrina, rellenar con tierra para armar la pileta en el verano, una nueva cucha para las perras. Todas cosas que vamos a necesitar para hacer de nuestra casa nuestro centro vacacional. Con la esperanza que tengamos al fin vacaciones y amigos que vengan a visitarnos. Y verano.
Escucho: “El día” de Sue Mon Mont.
Día 197 – Domingo 27 de septiembre
Día frío y nublado. Me asomo a la ventana para ver el movimiento de personas y vehículos, tal vez con la esperanza que alguno de esos autos llegue hasta la vereda de casa y toque bocina. O que desde la estación de trenes bajen y caminen hasta casa cinco o seis amigos, como lo hacían hace tiempo atrás.
Pero no se detiene ningún motor, ni llega caminando ninguna persona. Todo sigue igual de mal.
Escucho: “La celebración del fuego” de El Mató a un Policía Motorizado.