Cuentos que hacen eco a la fragilidad humana  Almudena Sánchez – La acústica de los iglús

Las historias rozan lo absurdo, aflora una sensación de extrañeza, la improbabilidad de los acontecimientos nos hace perdemos en su ensoñación. Sin embargo, al detenernos en cada uno, encontramos superficies que están a punto de resquebrajarse y es ahí cuando logran atravesarnos 

Por Stefania Agoglia

Almudena Sánchez es una escritora española, nacida en un rincón de la isla de Mallorca rodeada de mucha naturaleza y poco ruido. Desde pequeña hablaba con los bichos y los árboles, pero se dio cuenta que deseaba ser escuchada por un público más amplio. Por eso se mudó a Madrid, para rodearse de los sonidos de la ciudad y tal vez para encontrarse a sí misma lejos de quienes creemos ser cuando estamos en casa. Periodista cultural y máster en creación literaria, Almudena publicó en 2016 La acústica de los iglús, su primer libro de cuentos, con la editorial Caballo de Troya. Con más de ocho ediciones se posicionó como una de las jóvenes voces más prometedoras de la narrativa española.

Los primeros días de agosto del año 2019 la autora llegó a Buenos Aires para presentar la edición de ese mismo libro en manos de las chicas de Odelia Editora. El día de la presentación, rodeada por algunas caras conocidas y muchísimas otras extrañas, entre las preguntas de Leila Sucari y Martín Felipe Castagnet, Almudena dijo sobre su escritura: “Hay que crear un narrador que tenga la capacidad de conmover al lector. Hay que escribir teniendo en cuenta la fragilidad de los seres humanos. Para mí lo más interesante es explorar el corazón humano, no leo ni escribo historias que de alguna manera no tengan relación con esto. Que ofrezcan experiencias del misterio de vivir, ¿por qué nos enamoramos?, ¿por qué se termina el amor, la amistad?, ¿por qué nos encendemos o nos apagamos? La identidad de las personas cambia todo el tiempo, incluso cuando somos adultos estamos en movimiento. El escritor de ninguna manera tiene las respuestas, pero sí tiene una historia que contar sobre aquello y en todo caso seguir generándonos preguntas.”

La acústica de los iglús nos presenta diferentes historias, cada una despliega su pequeño universo, no sólo el del propio relato en sí mismo sino también en la forma de ser narrados, y eso nos obliga a detenernos para escucharlos con más atención. Almudena no nos deja acostumbrarnos a una voz, todo el tiempo cambia de dirección y nos mantiene alertas, encantados con su estilo y sus personajes disparatados. Cada cuento tiene su propia personalidad, no se repiten fórmulas. La autora juega con las palabras, va transformando su escritura según las exigencias del texto pero siempre con la misma esencia, con una sensación casi onírica que se respira de principio a fin. 

“Estaba la mayor parte del tiempo sola. Las cosas que hacemos solos, en casa, en el hospital, en un manicomio, no son tan raras. Al contrario: parecen raras. Porque estamos solos y nos miramos mucho al espejo, para vernos, subrayarlos y mandarnos un mensaje corporal: que seguimos ahí, definitivamente, solos y vivos. Y hablamos con nosotros mismos y nos abrazamos hacia atrás, de forma bastante tierna (y algo desesperada), hasta donde alcanzan nuestros brazos.” (Fragmento del cuento “La señora Maig”)

Todos estos iglús tienen un sonido especial, sus protagonistas nos susurran tan de cerca que logran envolvernos y crean una conexión instantánea con quien lee. Sin embargo, esta atmosfera propia hilvanada con las palabras de su autora que van construyendo en apariencia las paredes de un ambiente seguro, en realidad al mirar atentamente cada una de esas superficies están a punto de resquebrajarse. Las capas más finas del hielo no soportan indefinidamente tanto peso.   

Una nena internada que cree en el poder psíquico de los animales para pasar las horas inciertas, una mujer que se va al espacio para olvidar a su ex, una chica que para acallar los gritos de sus padres se concentra en un nadador algo peculiar del hotel donde vive, un viaje de carretera con una madre fuera de sí y sus dos hijos, una pareja de ancianos que se decide antes de morir viajar por el mundo, y una mujer obsesionada con las líneas rectas, son solo algunos de los personajes que nos acompañan en este libro.

A primera vista podríamos sentirnos ajenos a lo que se enfrentan los personajes en estas situaciones que rozan lo absurdo, enseguida nos atrapa una sensación de extrañeza, la improbabilidad de los acontecimientos nos hace perdemos en su ensoñación. Pero en cada uno encontramos distintas experiencias que en el fondo todos hemos pasado alguna vez y la fuerza de su escritura radica en la habilidad de contar lo cotidiano dentro de un marco casi fantástico. Mientras uno se deja llevar por la (no)lógica del cuento por detrás van sucediendo un montón de cosas que hacen ruido, que interpelan. El amor que se termina, el miedo a la vejez, la exigencia que viene de la mano del talento, niñxs atrapadxs en crisis matrimoniales, enfermedades entre las paredes de un hospital o la soledad que acompaña no importa cuán lejos corras, todo está ahí contado como sólo Almudena podría hacerlo.

“El caso es que vivir se ha convertido en eso: en pequeños instantes de respiración. En escenas cruciales a través del viento. Es así como grandes bocanadas de aire se alternan, se cruzan, colisionan con otras respiraciones más débiles; se mezclan, se agotan y enloquecen.” (Fragmento del cuento “El nadador del hotel Minerva”)

La gran virtud en un libro de cuentos reside en que el o la autora no se repita, no se vuelva predecible y nos mantenga entusiasmados dentro de la propia historia y para la siguiente. Almudena lo logra con creces y su estilo se muestra sencillo, ameno, cuidado, siempre esculpiendo las oraciones para que se encuentre latente la esencia de lo que quiere decirnos. 

En una entrevista publicada en el Blog Somos Historia dijo que concebía a la literatura como un impulso razonado. “El impulso es lo vital, es lo que hay que tener por encima de todo porque sin él no puedes hacer nada y en realidad este impulso es casi irracional. Cuando te pones a escribir en la hoja en blanco todo es un caos un desorden, no tiene sentido. Hay que intentar desparramarse dentro de esa hoja y confiar en ti más adelante al darle una lógica.” Para Almudena su propia literatura es un desparrame, “tú coges un montón de objetos los desparramas y haces una especie de collage pero razonadamente, todo tiene que estar un poquito hilado para que cobre algún sentido el relato que estás escribiendo.” Esa autodefinición encaja a la perfección para describir su libro de cuentos La acústica de los iglús ya que es realmente un hermoso desparrame. El 29 de abril sale su primera novela, Fármaco, editada por Random House. Anoten la fecha y ya que van por La acústica de los iglús aprovechen a conseguir esta hermosa novedad en sus librerías de barrio independientes.

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