Los Sex Pistols y la Navidad de 1977 Endurecerse sin perder la ternura

No sólo de cristiandad se vive: la Navidad de 1977 en Inglaterra se convirtió en una jornada de lucha plagada de solidaridad y punk rock. La huelga de bomberos tuvo el apoyo presencial de los Sex Pistols, en lo que sería el último recital en su país

Por Javier Becerra

Las huelgas no eran ninguna novedad en Inglaterra durante la segunda mitad de la década de 1970 cuando la crisis económica, la recesión y la desocupación eran los temas que consumían a la sociedad británica. Pero lo que si constituyó una verdadera novedad fue la huelga de los bomberos de todo el país por primera vez en más de 100 años de historia. 30 mil efectivos, sobre un total de 32 mil, comenzaron la medida el 14 de noviembre de 1977 y la mantendrían firme hasta el 8 de enero de 1978.

El reclamo era salarial. Los bomberos querían un aumento del 30%, un reclamo que estaba muy por arriba del 10% que el gobierno laborista había establecido como techo para los trabajadores del sector público. Un bombero cobraba en aquel momento 3.700 Libras, un salario muy por debajo de lo que ganaba un trabajador promedio en un cuadro inflacionario del 16% (algo verdaderamente inédito en la economía británica) cuando culminaba 1977. Los “aumentos” permitidos ni se acercaban a recuperar lo perdido por la inflación anual. El conflicto se desató cuando el gobierno premió a la policía con un aumento que superaba lo que el mismo Estado había establecido. En un escenario de huelgas y disturbios permanentes los laboristas privilegiaron mantener conforme a las fuerzas represivas.

Iniciada la huelga, la respuesta del gobierno fue movilizar a 10 mil soldados para sostener un servicio de emergencia en caso de incendios y así carnerear la medida de lucha, al mismo tiempo que lanzaba una campaña de desprestigio sobre los huelguistas. Los medios y los empresarios se montaron a la campaña señalando que la medida ponía en riesgo los bienes y las vidas de las personas. Las empresas de seguros estuvieron a la cabeza de la campaña (finalmente ese año debieron pagar 117 millones de libras en oposición a los 52 millones del año anterior). Los bomberos, sin embargo, habían sostenido desde el comienzo de la huelga que en caso de que peligraran vidas intervendrían para combatir los siniestros. De hecho, lo hicieron más de una vez durante los días de paro. A pesar de todo la huelga fue popular. Todos los días familias se acercaban a los cuarteles para colaborar con dinero y alimentos. Varios testimonios afirman que durante la huelga los hijos de los bomberos comieron mucho mejor que durante el resto del año.


Entre todas las expresiones de solidaridad con los huelguistas hubo una muy particular: la de los Sex Pistols. La banda estaba literalmente prohibida en buena parte de Inglaterra. Muchas tiendas de discos que los promocionaban fueron sancionadas por los gobiernos locales. Siendo número uno, God Save the Queen no aparecía en las listas oficiales; el renglón del primer puesto figuraba literalmente vacío. A esta proscripción en su propia tierra, los Sex Pistols respondieron organizando una acción benéfica en favor de los bomberos en lucha en la Navidad de 1977. Bajo el lema de “en apoyo de los bomberos en huelga, los despedidos y las familias mono parentales” pusieron en pie una doble jornada en el Ivanohe de Huddersfield. Durante el día un show para los hijos de los bomberos, durante la noche uno para los adultos.

Kevin Cummins fue un testigo privilegiado de aquella navidad. Era un joven fotógrafo del Musical Express que debió cubrir el evento. Los Sex Pistols se encargaron de todo: juguetes, mercadería, frutas y verduras (alimentos frescos pocas veces consumidos por los hijos de los bomberos), productos de la banda como prendedores, posters, remeras (cada niño se llevaba de regalo un Never Mind The Bollocks), y una torta gigante del tamaño de un auto. Cummins hizo una descripción genial de lo que sucedió: “cuando la banda comenzó a tocar los niños quedaron tiesos como si estuvieran frente al director de la escuela, de golpe comenzaron a saltar desenfrenadamente”. Lo definió magistralmente como un espectáculo “tan saludablemente, desenfrenado e inocentemente sin ley”. Hubo un concurso de pogo que tuvo como premio una patineta, la ganó un niño de 12 años. En el medio del show los niños comenzaron a comer la torta y de golpe a lanzar pedazos de ella por todos lados como en un capítulo de los Tres Chiflados; todos se prendieron en esa fiesta. El mismo registro fotográfico de Kevin Cummins deja constancia de un Sid Vicious y un Johnny Roten con crema en la cabeza durante la actuación. La jornada era un éxito desde todo punto de vista. La BBC realizó hace pocos años un especial con entrevistas a los niños participantes del histórico show.

Enloquecido con lo que había visto, Cummins quiso volver al show de la noche, pero para eso debía suspender la cena navideña familiar y romper con la tradición de escuchar el discurso de la reina. Cummins lo hizo y su padre estuvo mucho tiempo sin hablarle por ese motivo. Para muchos sectores conservadores de la sociedad, la combinación de una huelga con los Sex Pistols resultaba una verdadera aberración social Ese show navideño fue el último de los Sex Pistols en suelo británico.


La huelga finalmente se levantó en enero de 1978. Los bomberos no pudieron romper el techo salarial impuesto por los laboristas y debieron conformarse con un magro 10% pero con la ventaja de que a partir de ese momento lograrían una pequeña recomposición anual. No volvió a haber una huelga de bomberos hasta 2002. Aquella heroica huelga fue quedando en el olvido para muchos. El establishment británico levantó en oposición a la historia huelguista “el heroísmo” de los soldados que apagaron incendios utilizando las autobombas de la época de los bombardeos nazis sobre Londres. Una ficción de la historia y la realidad. Johnny Roten, por su parte, sigue recordando aquella jornada tocando para los niños como “la máxima recompensa”.

Desde aquí seguiremos reivindicando a los bomberos huelguistas y a los Sex Pistols.

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