“El pasado no duerme”, el thriller policial que acecha con los recuerdos
La miniserie alemana prueba que el misterio y el drama policial siguen consolidándose como géneros elegidos por el público de las grandes plataformas de streaming. En esta reseña te contamos de qué se trata y por qué recomendamos esta historia.
Por Carolina Figueredo
Los thrillers policiales están atravesando un período de reivindicación. Dentro del mundo de las plataformas de streaming gozan de muy buena salud; de hecho, como obviamente la programación sigue a la demanda, en el último tiempo tenemos varios nombres que continúan con el género y en un gran nivel. El pasado no duerme, disponible en Netflix desde fines de junio, es un ejemplo.
Schlafende Hunde, Sleeping Dog o El pasado no duerme (según los distintos idiomas disponibles) es una historia llena de misterios que atrapa desde el comienzo. Basada en The Exchange Principle, serie israelí de 2016, esta reversión del drama de suspenso policial se puede maratonear en un fin de semana. Y es un buen plan introducirse en esta historia de policías, detectives, abogados, delincuentes y crímenes no resueltos, en una trama de tensión permanente y de intriga sobre qué pasará. El ritmo de la narración y las actuaciones logran mantener por completo la atención del espectador.
¿De qué va esta serie? Antes que nada, hacemos un comentario acerca del suceso que están logrando las producciones de Alemania. Tienen un buen número de seguidores en nuestro país, cuando encontraron en Dark a su mejor representante.
Hecha esta mención, podemos contar sin miedo de caer en el spoiler que la serie comienza cuando Mussa, un recluso, se suicida en prisión. Ante ésto, su hermano incendia el trailer que Mike Atlas (Max Riemelt), un ex detective caído en desgracia, habita con algunos recuerdos. Esta palabra es central en la trama ya que los recuerdos de Atlas van apareciendo esporádicamente a través de los episodios, y nos van dando nuevas pistas. De hecho, según esos flashes vamos a entrever que el ex detective y sus compañeros de trabajo arrastraron a la condena a Mussa por el asesinato de un importante juez.
Por otro lado, una joven y prometedora fiscal, Jule Andergast (Luise Von Finckh), reabre el caso al igual que las averiguaciones que comienza a hacer el protagonista, en paralelo y motivados por distintas razones. Así, continúan el rastro de una posible conspiración dentro mismo de las altas esferas de la policía y el poder judicial. Las persistentes dudas sobre las pruebas y el móvil del asesinato sugieren que el caso no está cerrado. Y en ello se basa la historia, en capítulos de aproximadamente cincuenta minutos que abrirán nuevos interrogantes en cada uno de ellos.
Atlas y Jule trabajan en el suicidio del hombre musulmán en la cárcel y en el asesinato del juez berlinés al mismo tiempo, aunque no lo sepan. Una vasta nómina de co-protagonistas y actores de reparto circundan la serie, como ser la hija adolescente y la esposa de Atlas, sus ex compañeros de trabajo, la jefa de Jule y sus compañeros, y un grupo de familiares y amigos de la comunidad musulmana a la que pertenecía Mussa.
Mientras tanto, el ex detective tiene que sobrevivir en el hostil panorama que presentan las calles de Berlín, atormentado por los recuerdos fragmentados del caso de Mussa y de un fatídico incendio en una festividad. El intento de reabrir la causa de Mussa se presenta como el propósito tanto de Atlas como de Jule, pero el sistema judicial y policial (o quienes detentan su poder), ponen todas las trabas posibles.
Como si de una red se tratara, los hilos de los recuerdos que va entretejiendo El pasado no duerme son ciertamente enigmáticos. Esas evocaciones que regresan una y otra vez, con nueva información. Max Riemelt se luce personificando a un hombre traumado que no puede fiarse de su propia y errática memoria pero que, a la vez, se siente empujado por seguirla hasta las últimas consecuencias. A lo largo de los seis capítulos se tratará de encontrar quién está mintiendo en toda esta maraña, mientras se ofrecen suficientes hilos que acomodar.
