Discos José Unidos – 5 (2020)

Los sonidos distorsionados y orquestales que nos ofrece José Unidos remiten a atardeceres, otoño, humo de cigarrillo y tazas enfriándose. Confrontan, además, la belleza de la oscuridad con notable talento.

Por Carolina Figueredo

La tapa de 5, un muchacho vestido casual con un hacha en alto en una especie de paraje deshabitado, transita por la senda de lo onírico y estremecedor. Dos calificativos que bien podrían describir el sonido de este trabajo. Porque José Unidos estremece. 

Pero empecemos por el principio. José Unidos tiene una fuerza inapelable, intrínseca que yace en sus letras y sus climas. Puede hacer un disco más o menos intuitivo, más o menos experimental, con una formación de banda como sus primeros tres discos o en su versión cercana al “proyecto personal” y aun así esa contundencia es inmanente. Moviéndose entre sonidos dramáticos u otros más simples y despojados, la ambientación nunca queda librada al azar. Y las líricas corrosivas o inesperadas siempre sorprenden capitaneadas por la manera particular en que las interpreta Lucas Colonna.

A contramano de lo esperable, y tal vez como signo de los vaivenes de estos tiempos, Colonna desarma el grupo y vuelve a armarlo con otros integrantes, casi no hace presentaciones en vivo y se juega por discos conceptuales en épocas de singles e inmediatez. Cuando realiza shows en vivo resuena áspero, despojado -a veces más sucio, a veces más brillante- en relación a su sonido de estudio.

En este sentido, es toda una declaración de principios comenzar 5 con una canción de más de siete minutos. “Sólo hay que esperar, el fruto cae maduro” reza el coro de “El árbol de pera”. ¿Pero cómo hacer para guardar la calma si el tema trepa en ansiedad hasta casi la insania? El bajo y la guitarra se entrelazan en un duelo que va perdiendo terreno ante el avance de la instrumentación orquestal que define la partida en un desenlace de ribetes espectaculares. Con una base de folk y soul en mid-tempo e intervenciones de las cuerdas se desarrolla “La posibilidad”. Y la cadencia del baile aparece con las guitarras que remiten a los ochenta y el ensueño alegre de los acordes de Johnny Marr en “Los Brindis”, corte de difusión.

Ya en el denominado lado B, “Por siempre” nos transporta a la zona oscura y opresiva. “A la altura de las circunstancias” nos devuelve luz y esperanza. Un juego constante en la obra de JU que se caracteriza por estas consideraciones: un regodeo melanco-nocturno. “La puerta abierta” es uno de los puntos más altos del álbum: una letra interesante sobre lo desechable de las propias creencias se construye sobre una potente base bajo-batería a la que se le va sumando -según el caso- acordes de guitarra acústicos y arreglos de cuerda que la hacen remitir directamente a la agrupación inglesa Tindersticks. “Ahora iré por mí”, es el tema que da el cierre, corto y refinado, y con el que resumen la pequeña gran historia que es 5.

Con un pop existencial entre melodías gancheras que invitan al baile entre tinieblas, José Unidos nos mostró un sendero conceptual que comenzó con temáticas empecinadas sobre la incomodidad de la rutina diaria, la burocracia de los horarios y la inercia en la que inevitablemente terminamos moviéndonos en su disco debut Administración (2013); ajustando aún más la veta danceable, un escape emocional y atemporal a una isla remota, paradisíaca, aislada de la humanidad y las exigencias de la sociedad moderna en Lampedusa (2015); Azul y Gris (2016) juega a alumbrar con colores desesperanzadores y ritmos más pausados y nostálgicos los distintos aspectos de la vida: social, laboral, sentimental. En todo sentido, la trilogía es una integridad coherente y placentera donde el grupo incursiona en el post-punk, el indie, el rock experimental, el pop ochentero y siempre sale airoso con letras que se internan en las intrincadas relaciones y la naturaleza misma de los seres humanos.

Luego de una serie de singles lanzados entre 2019 y principios de este año, en mayo salió a la luz 5, en donde continúa con las melodías con arreglos orquestales desarrollados en los trabajos anteriores. Editado junto a Fuego Amigo Discos, el disco de poco más de media hora de puro refinamiento y melancolía bien entendida presenta siete canciones distribuidas en un lado A y uno B. Fue grabado en la estancia El Renuevo, Mallín Ahogado, en la Patagonia y en los estudios ION en Buenos Aires con la composición y los arreglos de Lucas Colonna (voz, guitarras, piano y bajo de seis cuerdas), Matías Bollinger (bajo y campanas) y Tomás Molina Lera (batería). Una orquesta de violines, viola y violoncello a cargo de Julián Gándara acompaña con sus arreglos de cuerdas a lo largo de todo el disco. El álbum fue grabado, mezclado y masterizado por Hernán Agrasar y el arte estuvo a cargo de Santiago Calori.

Es difícil hacer analogías de JU con bandas locales. Podemos remitirnos a sus influencias: The Cure, Sonic Youth, The Clash, New Order. Es una banda atípica, anti-lógica, por lo expresado anteriormente. Seguramente 5 esté entre lo más destacado del año (un año con pocas producciones, a la luz de las circunstancias). No por ello le quitamos mérito, al contrario. Este trabajo es singular y atractivo per se, cada una de las siete canciones demuestra una instrumentación pensada y una ejecución sólida, la continuidad de un camino emprendido con sus primeros trabajos de estudio, donde los arreglos de vientos o cuerdas tienen un carácter preponderante. Reflejando un hálito de nocturnidad a través de sus sonoridades y marcando presencia en el vasto under argentino, se instalan como un grupo fundamental a la hora de pensar en lo que ocurre al margen del mercado mainstream.

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