Parte II Un Roberto Arlt polifacético y a contracorriente

Diferentes autores que analizaron la obra de Arlt han tomado posiciones disímiles a través de los años. Lo polifacético de su postura textual y corporal necesita alejarse de las figuras “rebeldes”, “humilladas” o “seductoras” y apuntar a una crítica desde abajo y a la izquierda.

Por Sanderico

II) Con falsa pedagogía y prologuitos. ¿Qué son las novelas, crónicas, cuentos, dramaturgias y escritos de Arlt?

Y en el fondo hay que decirlo, lo que acaso nos atraía más era que fuese rebelde hasta el nihilismo pues, ¿qué joven que lo sea no está poseído por ese nihilismo con el que habrá de barrer el mundo para construir en él su sueño?- Héctor Álvarez Murena.

En Arlt no todo es nihilismo, mito ni mucho menos “clase mediera”. Hay un posicionamiento significativo. El significado de sus obras fue de potencia y de compendio de sabiduría de los márgenes. Esa fuerza reside con el mundo social pintoresco poco retratado o ninguneado. Sus crónicas y labor periodística, de tendencias literarias, fueron enriquecidas al calor de la política social del momento y la impronta universal. Sus colores ocultos, las pasiones negativas de sus novelas, las sociedades secretas, sus escritos todos, proponen una crítica lapidaria a los modelos hipócritas y serviles del conservadurismo reinante. Enfrenta así, al poder fascista “purificado y santificado”. Supo observar y retratar las versatilidades y pasiones de la urbe, la desesperanza fortuita de la comunidad trabajadora, la fortaleza inmigrante y la infamia maldita del poder centralizado. La élite nunca comprendió su prosa. Su propia hija dijo que era un nacionalista de la calle. La gente de a pie (de oficios varios, amas de casa, peones y pequeños comerciantes de todo tipo) le escribían, lo leían asiduamente y lo consideraron un humano plagado de polifacéticos rostros que no rindió pleitesías a la queja pedante -porque toda queja esconde complicidad- entre ardides de la lejanía y aproximación de la cartografía social de un mundo “que se desmorona” a pedazos.

Su época fue la gran época dentro de nuestras tierras: movimientos de bases, organización y lucha social, Primera y Segunda Guerra, la Revolución Rusa, el Imperialismo versus la URSS, el golpe de 1930 de Uriburu en Argentina y el pacto sindical de la CGT, producto del afianzamiento de un sistema aristocrático financiero.

David Viñas en su Ensayo Preliminar de Teatro completo (2011) centraliza en la época de su producción:

“En 1930, es la marca, uno de los momentos de mayor desplazamiento social en Argentina. De ahí que los “lunáticos” o los visionarios de Arlt con su exaltación de fuerza y coraje, el deseo de limpiar el mundo de toda “inmundicia” que lo aplasta -declarándose indistintamente comunistas o fascistas- o exaltando la búsqueda de sí mismos como algo nuevo y prodigioso, se quedan en largos discursos, en ademanes desproporcionados o en el fracaso más melancólico. El equívoco placer de las rupturas y el vagabundeo, el sueño de la liberación personal y social, finalmente, insinúan una confusa religiosidad.”

Además, Viñas agrega maléficamente:

“Arlt es el emergente literario de las “clases medias” de origen inmigratorio enfrentadas a su primera derrota.”

Esa llamada “religiosidad”, “clase media”, “derrota” es el eslabón de casi toda la crítica literaria qué se escribe de Arlt, que tiende a ver en su figura como un “habitante solitario” enquistado en una sola imagen “individualista”. Si bien ya es multifacético, hay una dirección concreta, contraria a esa visión, pues es desde abajo y a la izquierda donde se encuentra realmente: de 1926 hasta 1932 radicalizó su postura con una actitud de acción definitivamente crítica impregnada en visibilizar una clase/pueblo. Los movimientos sociales de protesta vinculados con la crítica del mismo, con la transformación radical del sistema, internamente operaron en su visión de mundo en las épocas de las Aguafuertes, y se hicieron presentes no sólo en sus novelas, sino también en sus crónicas. A su vez, se aseguró una aceptación en tonalidades de rechazo rompiendo el binomio civilización/barbarie, para entrar en otra esfera oculta, un subsuelo, la masa lumpen-proletariado no ilustrada ni vanguardista.

Dentro de este contexto de crisis (1930) y no otro, escribe Arlt. Rivera, quien en el prólogo del libro de José Amícola, Astrología y Fascismo en la obra de Roberto Arlt[2], resume que existen dos sentidos explícitos en las obras novelísticas. Por un lado encontramos en los escritos de Arlt inestabilidad/desequilibrio y por el otro destrucción/salvación apocalíptica.

Desde esta óptica, que opera exagerando “mistificaciones” en la conjugación con la política, parecería desandar los rasgos esenciales de una época. Es decir, poner el acento en lo que las obras estaban infiriendo. Amícola sugiere que los personajes de Arlt son portadores de grandes mitos que subliman los fantasmas de las “capas medias”, como mito de la fuga desde la ciudad rumbo al campo puro y limpio. Luego como mito de la destrucción de las urbes por sociedades secretas, con redenciones apocalípticas de todas las humillaciones.Y finalmente como mito de la búsqueda encarnizada del sentido de la vida y la felicidad. (1984:64)

Las tendencias de la crítica hacia la obra de Arlt fueron cambiando con el prisma del tiempo, prosigue Amícola y especifica cuatro períodos: (1) de 1926 a 1952 es “Realismo Urbano”, (2) de 1953 a 1964 es “Angustia existencial”, (3) de 1965 a 1971 es “Sexualidad, clases sociales y estructuras narrativas”, (4) de 1972 hasta la actualidad es “el oficio del vivir”, es decir, lo polifacético. Se sugiere que esto último retrata el estudio que comprende Diana Guerrero en “El habitante solitario (1986). Si bien detallada en precisiones de sus novelas, podríamos decir que se trata de la “crítica de la crítica”. La discusión es política y no novelística. Guerrero pone el acento allí. Se olvida que las novelas no sólo no tienen el “deber de explicar” sino que forman mundos, cuentan mundos y sugieren mundos. Dice cosas tales como “los conflictos de clase se transforman en cuestiones morales”; la “religiosidad” o “lo puritano” son pretensiones de Arlt; por “cobarde” o “aburrido” tiende a decir que los personajes de Arlt utilizan un “recurso de un mundo imaginario conspiratorio” y que “gozan de impunidad imaginaria”. Cosas de ese estilo que se lo atribuye directamente a la persona de Arlt. (1986:178)

En este “oficio del vivir”, Laura Juárez, sin menos pretensión crítica, abocándose a la época de crisis y el posterior viraje del escritor, realiza un libro clave, Roberto Arlt en los años treinta(2008), para entenderlo desde sus cuentos, dramaturgias y crónicas. Dedica especial atención al de los viajes a España y África para unificarlo en el escritor destructivo y el gran observador en sus travesías, dando preponderancia a una rica y exuberante mirada integral. Con ese libro Juárez muestra:

“Lo fantástico, lo maravilloso, el relato de viajes y aventuras, las narraciones de espionaje, son algunos momentos que han sido descuidados (….) Desde 1932 a 1942 escribe obras de teatro y relatos para revistas de su época. Continúa su colaboración en el diario El Mundo en su columna periodística (…) Las dos caras de Arlt, una más apremiante a la oposición y otra anclada en una pieza de jerarquización de cuentos, crónicas y obras teatrales, pero nunca se puede separar esos dos Arlt”.

Como para entender contextualmente la zona de resonancia desde el marco de la literatura, tenemos a Adolfo Prietto, con un perspicaz prólogo en la edición de Ayacucho de Los siete locos. Lanzallamas” (1986). Resume el compendio de un debate de lo coyuntural y político de esa época expresada en la disyuntiva literaria de Boedo y Florida. Pero sería más oportuno y actual reivindicar a Gabriela García Cedro en su Ajuste de cuentas: Boedo y Florida entre la vanguardia y el mercado (2013),queprosigue en una atmósfera rítmica, de no separación y multifacética que plantea Juárez, específicamente en la “dicotomía” Boedo/Florida. Sabido es que Arlt perteneció y tuvo contactos con ambas. Cedro sostiene que es muy sencillo encasillar cuando en la realidad no se operó de esta manera:

“Por un lado, la literatura social, el afán pedagógico y, por el otro, el arte por el arte, el culto a lo nuevo. Sin duda, hay elementos que justifican esas aseveraciones, pero el esquematismo obtura el ejercicio crítico”.  

Dejamos en esta parte II, sin espoliar, textos claves, que son, en materia de Arlt pertinentes, para entrometerse en sus obras, sin tampoco que sea necesario el arbitrio, de en dichas lecturas, iniciarse.


[2] De José Amícola, 1982 con esta tesis de Roberto Arlt, que se publicó en Buenos Aires en 1984.

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