Diario de la pandemia 2

Entrega VII
Diario de la Pandemia

Por Efraín Bucler

Día 19 – Viernes 3 de abril

Salgo con el auto y en las calles el alumbrado está apagado, lo que deja todo a oscuras. Y también deja ver una luna hermosa y brillante ahí arriba. Desde la autopista parece una postal, pienso que parece aquella luna más grande y misteriosa de las noches en Mar Azul.

En el peaje de Hudson el control de la gendarmería me vuelve a la realidad de cuarentena y Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Por suerte en el trabajo todo es un relajo después del éxito de la expedición de ayer al Borda y pronto ya estamos preparando la vuelta a casa.

Con el aislamiento social la actividad principal se vuelve cualquier cosa que implique interactuar con otras personas. Las compras, las charlas con los vecinos, sacar a pasear al perro. Todas cosas que parecen simples y hasta tediosas en tiempos normales y que se transforman en un evento en sí. La familia se prepara haciendo listas, diagramando recorridos y pactando horarios que lleva a cabo uno sólo de los integrantes. Esto si se respeta conscientemente las normas establecidas. Las propagandas hablan de unidad y de pacto social, de olvidar las diferencias y hasta resaltan las bondades de gobernantes y funcionarios.

Todo es propaganda, que es política, pienso. El Estado en su momento más álgido. Los defensores del Estado siempre están más cómodos defendiendo arbitrariedades que atacando los aspectos reprochables, haya pandemia o no. El Estado, dice Spies en 1886, “es el último refugio de los villanos”. Miro en la tele la imagen del jefe de Gobierno porteño y le doy la razón a Spies.

Escucho: “Organización”, de Las Manos de Filippi.

Día 20 – Sábado 4 de abril

Mi barrio se prepara para un día soleado y a plena actividad. Gente que corta el pasto de sus veredas, otra que lo hace por trabajo, algún albañil que se anima a revocar el frente de una casa. Mucha gente en las filas para comprar en los negocios. La estrella del barrio es ese par de cajeros automáticos que reúne dos cuadras de cola, el sueldo de mucha gente está ahí y van por él.

Me llega un aviso de videoconferencia para la tarde así que me dispongo a planificar mi tiempo como si estuviese ocupado, como si la actividad para este sábado no sea otra que tomar mates y distraerme. Termino la sobremesa de un almuerzo exquisito y preparo una mesa con la computadora y la biblioteca detrás.

“Ahí estás, Efraín, buenas tardes”, me dice Jorge del Hospital Fernández. También saludo a Cristian del Durand y Marcelo del Ramos Mejía. De a poco se suman técnicos de once hospitales con los que vamos hilvanando un estado de situación. Y se vuelve a formar esa Mesa de Salud que nunca puede reunirse y que tanto necesitamos. Hablamos de lo específico de nuestras tareas y de lo oportuno de vincular los reclamos de mantenimiento y las vacantes, el vaciamiento de los hospitales y la decisión de suspender las licencias para el personal de salud. Nos dice Graciela del Tornú que hay un acuerdo del Gobierno de la Ciudad con el FMI y el Banco Mundial para reducir la planta un 3% anual, y que ese acuerdo lleva seis años y que por eso tenemos hoy un 20% menos de personal de planta permanente. Todos hacemos la cuenta y los números coinciden: 20% menos de personal.

Otro colega del Muñiz dice que estas condiciones de crisis sanitaria la tenemos desde hace tres o cuatro años y que en la Influenza de 2009 y la de 2014 colapsaron los sistemas sanitarios de la ciudad y provincia y que esta vez puede ser un desastre. Y dice algunas cosas del gobierno nacional y del liderazgo de Alberto Fernández y otras cosas más. Sigue hasta que Jorge dice que tiene que hacer unas compras y aprovecho para salir también de la reunión.

La tardecita del sábado está hermosa. Un poco fresca pero hermosa. Me recuesto en el sofá para administrar en mi cerebro la información, que es demasiado densa para mi entendimiento.

Escucho: “Sábado”, de Él Mató a un Policía Motorizado.

Día 21 – Domingo 5 de abril

La tarde del domingo se nubla y de pronto se cierra el fin de semana. Ya no circulan autos y las calles vuelven a estar vacías.  Como pasa en estos días en los que se pierde el eje o se bifurcan los objetivos la gente volvió a guardarse en sus casas. Como esos chicos que se mandan una macana y se esconden en su pieza, vuelven al aislamiento y recuerdan lo que dice el presidente: “no son vacaciones”. En realidad, nadie descansa ni se divierte, así que no tiene sentido la advertencia del gobierno, pienso.

Abruma el domingo con el parque y las plazas vacías. Extraño el por dentro del bosque, el sol atravesando como espada las ramas de los árboles del Parque Pereyra. Extraño también caminar de la mano en otoño. Porque si hay algo que logró quitarnos esta pandemia son los paisajes de la mejor estación de año en esta parte del mundo.

Escucho: “Anthems for a seventeen year old girl”, de Broken Social Scene.

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