Salud Pública ante el Covid-19 La desprotección permanente (Primera parte)

La pandemia de Coronavirus desnudó el estado en que se encuentran sanitariamente la provincia y el país. Con hospitales desfinanciados y el acceso a la salud vedado para el 35% de la población, el escenario es un horizonte plagado de ensayos y oportunismos que hacen depender, cada vez más, de un recurso humano precarizado.

Por Martin Silva

Los reportes sobre la situación por la pandemia de Covid-19 se expiden dos veces al día. Allí, la Secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, doctora Carla Vizzotti, da cuenta de la cantidad de contagios, casos recuperados y la creciente suma de víctimas fatales. Argentina se encuentra en una región que representa el epicentro del desarrollo del Coronavirus desde hace un mes. Detrás de esas planillas de datos hay un andamiaje de personas, edificios, vehículos y aparatología que configuran el sistema de salud.

El estado en que se encontraba la salud pública antes de la pandemia va a determinar la magnitud de la tragedia. En el medio, como si no alcanzara con el SARS-CoV-2, hay entramados, rencillas, pases de factura y búsqueda de protagonismos que impiden separar información de infodemia, y las políticas de salud del mero ensayo oportunista. Y todo, en el marco de un Aislamiento Social que lo único que ha logrado acorralar son las ollas.

Como está compuesto el sistema de salud publica

De acuerdo al informe de la Cámara Argentina de Especialidades Médicas (CAEME) existen en el país 25.750 establecimientos de salud, de los cuales el 44% contienen camas para internación y el resto, más de 14 mil, son centros que solamente brindan diagnóstico y tratamiento. La mayor parte de los efectores públicos dependen de las provincias, el 59%, mientras que los municipios se hacen cargo del 39% y solo el 2% se encuentra a cargo del gobierno nacional.

En cuanto a la distribución geográfica, la mitad se encuentra en la región de mayor densidad poblacional: sólo la provincia de Buenos Aires tiene el 26%. Pero cuando se dimensionan los guarismos en relación a las necesidades, encontramos que hay en la provincia 4,6 establecimientos por cada 10 mil habitantes, el indicador más bajo de todo el país. La mejor relación la tiene la región de Cuyo, con 9,9 entidades por 10 mil personas.

La capacidad del sistema para el año 2015 (último registro de acuerdo al informes del Ministerio de Salud nacional) era de 220.910 camas, de las cuales unas 170 mil pertenecían a afecciones generales y de internaciones prolongadas, luego le seguían las de maternidad e infantiles y por último, las Unidades de Terapia Intensiva (UTI), que llegaban a 8.521. El recurso humano es otro de los aspectos preocupantes ante de la llegada del Coronavirus, puesto que de acuerdo al Ministerio de Trabajo de la Nación, para agosto de 2015 (también fue el último año de estadística oficiales al respecto) en el sector salud se encontraban trabajando unas 335 mil personas en el sector público y 431 mil en el sector privado. Más de las dos terceras partes mujeres y casi el 60% de los ocupados del sector cuentan con un nivel alto de educación.

Las cifras, de acuerdo a estimaciones y proyecciones, se han mantenido y aunque los números parezcan grandilocuentes, en los hechos resulta que si bien a nivel país la tasa del personal médico es de 39,6 por cada 10 mil habitantes apenas 4 son de enfermería, uno de los índices más bajos del mundo según la Organización Panamericana de la Salud.

Por último pero no menos importante, está el gasto de los gobiernos en salud. Los datos dependen del periodo de actualización; es así que la última referencia oficial pertenece a un informe de diciembre del año pasado y da cuenta que, de acuerdo al Presupuesto, en 2017 el gobierno de Mauricio Macri realizó un Gasto Total en Salud de 1.005.199 millones de pesos, que representa el 9,4% del Producto Interno Bruto (donde 6,6% del PIB corresponde al gasto público y el restante 2,8% al gasto privado). Para el año 2020 no hay Presupuesto, ya que en septiembre pasado la administración de Macri envió un proyecto de Ley presupuestario que no fue tratado por el Congreso. Así las cosas, desde que asumió Alberto Fernández trabaja con una serie de prorrogas (ya van siete) que agregan sumas por decreto al financiamiento del Ministerio que se encuentra a cargo de Ginés González García.

Los trabajadores y las trabajadoras

En el plano humano de la situación, la pandemia por el Covid-19 llega a un país con el personal sobrepasado. Con hospitales y clínicas desfinanciadas y con las medidas de seguridad mínimas insatisfechas. Y con un Ministerio de Salud Nacional en reconstrucción (luego de su devaluación a Secretaria en 2018). Entonces, lo único que queda es depositar la esperanza en aquellas personas que se preparan para enfrentar una pandemia mundial sin elementos de bioseguridad, con hospitales vaciados y con sueldos bajo la línea de pobreza.

Pedro Lynn es Secretario General de la Asociación de Trabajadores del Estado en el Ministerio de Salud, “no puedo ni quiero imaginarme lo que hubiera sido en otro contexto”, dice respecto a la anterior gestión macrista: “al día de hoy no se llegaron a recomponer completamente la mayoría de las áreas. Cuando recién se encaminaba la situación comenzó la pandemia. Pero lo más importante estaba resuelto, hay Ministerio y hay trabajadorxs más que capaces para hacerle frente”.

En cuanto a las medidas sanitarias que se toman a nivel nacional desde marzo por la aparición del Coronavirus, Lynn abre un abanico de expectativas, pero entiende la complejidad por la que atraviesa el país, “es una situación donde parece hacerse mucho y aun así puede resultar insuficiente. Veo el esfuerzo diario de mis compañerxs, pero es un desafío que excede a las acciones sanitarias, depende de que muchas otras dimensiones del problema también sean resueltas”. Entre ellas, está el mismo acceso a la salud, negada a casi el 35% de la población del país.

Provincia de Buenos Aires

En la provincia de Buenos Aires, las realidades se multiplican, se diluyen los límites y, con ello, las responsabilidades políticas en torno a la crisis social y económica que generan las medidas para frenar el Covid-19. A la negociación fallida por la deuda externa y la anulación de hecho de la Paritaria estatal, el gobernador Axel Kicillof sumó en su libreta de notas la cuestión de la pandemia. Esto ocurre en una región que llega a condensar casi la mitad de habitantes del país y una movilidad social que produce prácticamente el 50% del Producto Interno Bruto nacional.

A partir del 12 de marzo, el gobernador Axel Kicillof decretó la emergencia sanitaria en la provincia y creo un “Plan de Contingencia” para hacerle frente a la pandemia del Coronavirus. “El sistema de salud estaba abandonado”, sentencio en referencia a la gestión de su antecesora, María Eugenia Vidal. Para la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP, Circular 22), “después de años de desinversión y presupuestos a la baja, era el momento de tomar decisiones políticas que dotaran al sistema sanitario de los recursos que tantas veces se le habían escatimado, cuestión que ha involucrado a todos los gobiernos anteriores”. Y alertaban que “el aumento de camas de terapias intensivas en los hospitales, la construcción de hospitales modulares o la preparación de centros de aislamiento, resultaba claramente insuficiente si no se avanzaba en la urgente incorporación genuina de personal para brindar la atención requerida en esos lugares”.

La provincia esta dividida en doce regiones sanitarias. Los barrios de la Zona Sur de GBA están comprendidos en al Región Sanitaria VI y la componen los partidos de Avellaneda, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora, Lanús y Quilmes; casi cuatro millones y medio de personas para los doce hospitales generales y tres especializados. La Región VI concentra la mayoría de la población y de las codiciadas camas UTI que, para toda la provincia, llegan a 1.100 en los hospitales que dependen de la provincia. A ellas se agregan unas 200 de las instituciones de carácter nacional, otras 550 de las municipales y dos mil camas que aporta el sistema privado.

Para habitar los hospitales, Kicillof buscó incorporar 4.500 nuevos agentes de salud, que desempeñarían tareas médicas, de enfermería, limpieza, etc. Incluso se planteó ingresar médicos desde Cuba, de ser necesario.

Pero la única verdad, en tierra bonaerense, es la realidad. Y lo que plantean las asociaciones gremiales que nuclean a los trabajadores y las trabajadoras de la salud echan por tierra los anuncios pomposos de una nueva situación en los hospitales de “los bonaerenses y las bonerensas”. Desde el Sindicato de Salud Pública, su titular Miguel Zubieta alertó que entre mediados de abril y mayo “ingresaron al sistema sólo 645 profesionales, apenas una cuarta parte de lo necesario”. Y en medio de todo, como denunciaba la CICOP en su Circular 18: “la excesiva apelación al lenguaje bélico, el peligroso despliegue de fuerzas de seguridad no capacitadas para estos fines y la fuerte insistencia en la delación de quienes incumplen las normas”.

Así quedaba configurado un horizonte con dos posibles escenarios, por un lado, la reconstrucción histórica de un sistema de salud inclusivo y a la altura de las necesidades de una población de casi veinte millones de personas; por el otro, los ensayos políticos y el voluntarismo de trabajadoras y trabajadores en condiciones de precariedad absoluta. Entonces, para el gobierno provincial achatar la curva  de contagios resultó una necesidad más política que médica; aunque sean los profesionales de los hospitales quienes deberían caer en la elección sobre a quienes asistir y a quienes no en la urgencia.

Comienza julio y el invierno es más crudo este 2020 pandémico. Los canales de televisión ya no transmiten en vivo los informes de situación que se emiten desde el Ministerio de Salud de la Nación, ni siquiera aquellos con dedicación exclusiva a las noticias. Y cuando lo hacen es para resaltar con tintes políticos los casos en la provincia y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hace días que la suma de infectados no baja de los dos mil diarios y la cantidad de víctimas fatales supera las mil quinientas. Aun así, los expertos en epidemiología que asesoran a los gobiernos a nivel nacional y provincial sostienen que lo peor todavía está al llegar. 

Esa advertencia, a más de cien días de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, con la región de Capital y Gran Buenos Aires sumida en una cuarentena semi estricta, parece desalentadora. La dicotomía Salud Vs Economía no alcanza para pensar en lo que pasa por la mente y el ánimo de las millones de personas que creen en la existencia y peligro del Coronavirus pero que también tienen hambre. Porque salud no es solamente un hospital con camas y respiradores, sino más bien crear las condiciones para la alimentación y desarrollo integral de las personas. Algo que, lamentablemente, hay que explicar a los gobernantes una y otra vez.

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