Cerrando su trilogía solista, Desbats se desapega de su pasado rockero para adentrarse en las aguas de la música disco con una gran sensibilidad

Por Carolina Figueredo

Impregnado de un carácter clandestino que no implica ilegalidad sino todo lo contrario: libertad para elegir, para vivir, para experimentar. Un misterio que atrapa, como la noche, los bailes insinuantes, las aventuras y las bebidas, entre cuerpos que se encuentran para luego alejarse y volver a encontrarse. En un mundo donde todo se desmorona y la soledad se encuentra más cerca de lo que creemos, Julián Desbats invita a seguir los impulsos del erotismo de un beat sensual y libertino.

Publicado el pasado 16 de abril, compuesto y producido por Desbats excepto “El fuego con el Aire”, en colaboración con Juan Sere y “Mientras”, con la contribución de D. Lebedinsky, este trabajo fue producido por El Intendente y masterizado en Matarex Studio. También participan en coros Morita Vargas, Dani Umpi, Fradi y Princa. La edición corre por cuenta del sello independiente Otro Planeta Records.

El disco cierra la trilogía iniciada en Tarado (2015) y continuada en Culebrón (2017) con las temáticas eternas del amor, la nocturnidad y el baile en sus diferentes facetas. “Cada disco es una nueva mutación, no cabe repetirse”, había dicho el cantautor oriundo de Zárate. Sin embargo, un hilo conductor atraviesa los tres envíos; un viaje, a su vez, introspectivo y de descubrimiento de unx mismx, mientras se lucha con la cotidianidad y el disfrute, dos posibles caras de la existencia.  

El excantante y guitarrista de Lxs Rusxs Hijxs de Putx nos dice al respecto de su trabajo que está “orientado hacia el pop y el soul”. Y esta distancia de la faceta rockera que desplegaba con su ex banda se puede comprobar de inmediato al escuchar Verso. Audios de voz que invitan a adentrarnos de lleno en la noche bailable y elegante de un pop house que remite a principios de los noventa, con bases refinadas pero no por eso menos danzables. “Frito” y “Gansia” (casi la musicalización ochentosa de una posible publicidad de algún trago), influidas por las variantes más soul del género son dos ejemplos de esto. “Besos en secreto” expone un costado más sosegado y cuasi trip-hopero, si se permite la comparación. El tempo y las programaciones que Verso maneja en general lo acerca por partes al ambient y sus cálidas sonoridades, como en “Mientras”, “El fuego con el aire” y “Shiiinn”. Por otros momentos coquetea con el funk con prominentes líneas de bajo, samples y una búsqueda un tanto experimental, como en “Apolo Di” y “Te quiero, sos genial” y en el track final “Zelda”, con la voz potenciada gracias a efectos reverb y de delay. Sin embargo, en definitiva no deja de ser música disco.

La producción trata de ser una reflexión, un cuadro de situación de esta época donde los paradigmas están cambiando. Donde los cuerpos son más libres para expresarse tanto dentro como fuera de una pista de baile, pero donde también hace falta recorrer mucho camino y desandar otros que tenemos internalizados como sociedad. A su vez, también puede leerse como el verso del chamuyo, de esa búsqueda que se da en la noche para experimentar y volar por los aires los rituales establecidos de los vínculos afectivos. Reinventar nuevas formas de comunicarse, con empatía por supuesto, pero de manera más natural y libre.

La fuerza del disco radica en su suavidad. También en su minimalismo. Julián Desbats utiliza los recursos necesarios para hacer de canciones serenas potenciales piezas que estimulen al movimiento del cuerpo. Y también para transitar las sombras que proyecta el encuentro y desencuentro amoroso, las salidas a los boliches y los excesos lejos de toda solemnidad, más cerca de la ambigüedad sensible y que incluso roza con la ironía.