Por Efraín Bucler
Día 247 – Lunes 16 de noviembre
Salgo para el trabajo un poco cansado. Me pesa el año, la pandemia, saber que falta otro año para promocionar mi cargo. Lunes maníaco, decía hace ocho meses, y empiezo a buscar el tema en el celular mientras espero que me habilite el paso en el peaje de Hudson.
En el trabajo desayunamos por separado y sólo el Viejo se queda en la cocina. Aparece la secretaria de Casan con un memorándum donde nos agradece el esfuerzo, la convicción y el compromiso con la salud y la Patria.
Adrián aprovecha que el equipo está completo y nos lee en voz alta la felicitación de Casan.
Escucho: “Loose ends” de Diiv.
Día 248 – Martes 17 de noviembre
Llego al trabajo todavía arrastrando el cansancio de ayer, de la pandemia. Pensé que estar todos juntos de nuevo iba a ser un gran momento y sin embargo pasan ratos largos donde a ninguno se nos escapa una palabra. Como si algo o alguien molestara; como si fuéramos extraños que se encuentran por primera vez y no tienen la voluntad de conocerse.
Llama la secretaria de Casan, atiende Jorgito: quería avisar que tenemos una reunión por la nueva modalidad de trabajo. “Va a ser por unos meses nomas”, dice el Viejo y llama la atención de todos que nos quedamos mirándolo: “Italia entra en confinamiento estricto, se están cayendo como moscas los tanos”.
No terminamos de alegrarnos por terminar al fin con un ciclo pandémico que ya se avecina otro nuevo, pienso.
Escucho: “Unfinished sympathy” de Massive Attack.
Día 249 – Miércoles 18 de noviembre
“Llueve en toda la región pampeana y es como una bendición para la gente del campo que la espera hace un mes y medio”, dice el pronosticador en el programa de radio. Yo escucho en el auto mientras esquivo los pozos llenos de agua del asfalto. A la tarde tengo que ir a ver una changa en un local de Quilmes y con este tiempo no creo que lo pueda hacer.
En el trabajo las cosas empiezan a mejorar, nos empezamos a comunicar más, hay bromas, comentarios familiares y alguna que otra anécdota del paso por los hospitales en pandemia. Me quedo callado cuando Adrián dice que habría que escribir un libro con todo lo que pasamos en esta pandemia.
Salgo y la lluvia ya es torrencial. El dueño de la perfumería de Quilmes me pidió postergar las cosas hasta la semana que viene. Nada que hacer aquí ni en ningún lado que no sea mi casa, pienso, y salgo para la autopista.
Escucho: “Have you ever seen the rain?” de Ramones (cover de Creedence Clearwater Revival)
Día 250 – Jueves 19 de noviembre
El auto no arranca y sé por qué. Salgo con apuros a tomar el micro y tengo que volver porque dejé los documentos y tarjetas en la guantera. Mi SUBE está ahí, cargada, lista para no dejarme a pata como el auto que está rompiéndose cada vez más seguido.
La llegada tarde al trabajo está acompañada de bromas que me parecen más torpes que nunca pero sonrío al portero que me toma la temperatura al entrar y a los dos administrativos que toman mates mientras me ven pasar raído por el pasillo. Mala suerte, hoy Casan decidió madrugar y me lo encuentro mientras cruzo el estacionamiento. Si no fuera por su perro faldero pasaba desapercibido pero el bicho ese es más bravo que el Covid y me ladra ni bien Casan lo baja del auto.
El director me saluda y me recuerda que no hace falta que ande a las corridas porque lo primero es cuidarse. Le comento al pasar que se rompió el auto y finjo preocupación porque el arreglo me va a salir una fortuna; Casan me replica lamentándose que todo está muy caro y que si se rompe su auto él no tendría de donde sacar plata para arreglarlo. Y que entonces estamos iguales.
Sigo mi camino más rápido y refunfuñando en voz baja.
Escucho: “Boys don’t cry” de The Cure.
Día 251 – Viernes 20 de noviembre
Voy caminando a tomar el micro. El auto va a esperar hasta el mes que viene o hasta que junte los diecisiete mil pesos que sale el arreglo. Así las cosas, me preparo para volver a caminar por unos cuantos días.
“Ayer teníamos que terminar con los cables del electro que nos trajimos del Hospital Durand y ni siquiera empezamos, eso me reclamó Casan. Y además me dijo que no estamos cumpliendo con el horario, que ayer te vió a vos, Bucler, que llegabas a cualquier hora”. Jorgito seguía comentando la discusión que tuvo por teléfono con el director mientras el resto lo escuchábamos taza en mano.
El Viejo Jáuregui dice que algo de razón tiene el director Casan porque si yo entré al trabajo cuando él llegaba es que vine a cualquier hora. Y todos volvemos a reír. Seguimos con las actividades, con esos cables del electro en cuestión y avisan que pasemos a buscar por la dirección un comunicado. “Me van a sancionar por llegar tarde”, le digo a Jorgito, “andá que el perrito de Casan a vos te quiere”. Jorgito me contesta que todos los perros lo quieren porque él no muerde como yo. Larga una carcajada tan fuerte que casi le vuela el tapabocas.
Nada importante que comentar sobre el comunicado, solo dos líneas que Jorgito lee en voz alta: “a partir del comportamiento presentado por algunos agentes en su espacio de trabajo, la dirección pide un poco más de respeto por las medidas de bioseguridad establecidas y bla bla bla”. Ese bla bla bla es la señal para que volvamos a lo que estaba haciendo cada uno.
Escucho: “Blah, blah, blah” de Iggy Pop.
Día 252 – Sábado 21 de noviembre
Frío, al menos para noviembre. Estoy preparado unos mates cuando llega un mensaje al grupo de delegados. Es de la conducción del sindicato y nos avisa que está chequeado por el Área Legal.
“…SUSPÉNDASE LOS EFECTOS DE LO ESTABLECIDO EN LAS RESOLUCIONES 180-191-666… HASTA EL 30 DE MARZO DE 2021.”
Y un segundo mensaje a modo de aclaración: “El texto de la Resolución 1092 nos abre una ventana desde el 25 de noviembre de 2020 y hasta el 30 de marzo de 2021 para hacer uso de las licencias ordinarias, así como los permios de entrada demorada y salida adelantada por cualquier trámite que los agentes tengan que hacer. Si bien se trata de una información oficial y, por lo tanto, pública desde el gremio pedimos a los delegados prudencia y responsabilidad en la comunicación al resto de los compañeros. Por un gremio fuerte y…”, bla bla bla.
El primero en mandar mensajes a nuestro grupo del trabajo es Jorgito. Para él la Resolución 1092 es el comienzo de la nueva normalidad. Entonces se terminó la pandemia para nosotros, contesto yo. El Viejo advierte que es solo por el periodo noviembre/marzo y que no dice nada de los compañeros que están licenciados por estar dentro de los grupos de riesgo. Todo rápido, vertiginoso, uno tras otro escribimos mensajes con opiniones, réplicas, conclusiones. Adrián, que recién agarra el celular, manda un emoji de sorpresa y después uno de festejo con música, papelitos cayendo y una cara sonriente.
Todos tratamos de procesar la información, que se podía advertir a partir de la situación sanitaria. Pero tener la certeza que al fin vamos a tener vacaciones y la percepción que en algún punto le ganamos a la pandemia es otra cosa. Vuelvo a leer la Resolución y los casi doscientos mensajes que nos mandamos en menos de veinte minutos. Y no termino de entender qué hacer de ahora en más.
Escucho: “Should I stay or should I go” de The Clash.
Día 253 – Domingo 22 de noviembre
Día de reflexión y análisis, de recuento y también de planificación. Se termina la pandemia para mí, pienso. Tantos meses haciendo lo imposible para no contagiarme. Los barbijos N95, los tricapa, los guantes y antiparras, el mameluco blanco. Litros y litros de alcohol en gel y en spray en las manos, en los zapatos, en la cabina y asientos de la camioneta, en la mochila.
Las vacaciones se habilitarían a partir del 25 de noviembre, así que la segunda semana de diciembre estaría bien para empezar mi licencia. Me llega un mensaje del dueño de la perfumería de Quilmes. Me pregunta si puedo ir el martes por la tarde y que tiene otros trabajos más que hacer. Todo sale bien, pienso. Vuelvo a sacar cuentas: unos veinte días y vuelvo en enero, ya el año que viene. Sigo haciendo cuentas en la cabeza. Mejor quince días, o no, mejor los veinticinco que me corresponden por antigüedad. Al fin me canso de hacer cruces con el lápiz en un almanaque.
Ese chárter que lleva gente a colonizar marte, eso tal vez sea lo mejor, pienso mientras veo la devoción de los periodistas por el multimillonario dueño de todo eso.
Escucho: “Life on Mars?” de David Bowie.