Por Adrián Agosta
Lo poco que se sabe
La fiesta se encapota, se oscurece
como si quien la escucha estuviera lejos
encerrado
en una de esas cabinas fenólicas, de cara
al fondo del inodoro Entre
extrañas reverberaciones cerámicas Pis
y acre La garganta
de un traidor se ahorca sola, sí, pero antes
qué y después nada ¡Nada! No hay
justicia
o no la entendemos
Vasos y vasos de vino tinto intentaron
distraerme Amor:
sé que no sólo sos esta flor arrancada
ofrecida, supurante
estos hilitos de bilis, los últimos, alcanzando
el fondo Alguien
en la cabina de al lado preguntando
qué son esos gritos, y yo
¡La incertidumbre! ¡La incertidumbre!
Adrogué, sierritas y silbatos
En estos cipreses crece
el secreto de las cigarras Su cuerpo
desentierran de su propio cuerpo Huyen
de sí mismas & sin más
dejan sus fantasmas aferrados a las ramas
La forma pura de
la infancia vaciándose en el aire Es triste
pero así funciona. Dejar ser & seguir
Dejar ir. Anochece.
Loma verde, un wéstern
Fue brutal. Arrancaron los dos
imantados por una gravedad desconocida, el
deseo
de darse muerte
uno con una punta otro
alzando con su solo brazo un pedazo de teja El sol
ardía en el suelo La vieja
Asunta los miró fugazmente desde la ventana
y corrió las cortinas Nadie más
escuchó ese sonido El sonido
que hace una teja al atravesar el cuero, fresco el
cráneo
el crudo cerebro, el secreto crúor y después
lo que había ahí dentro Eso que
fuese lo que fuese, fantasma o fuego, se fue

Adrián Agosta
Adrogué, Argentina, 1994. Es profesor de Literatura y poeta.
En 2019 publicó el poemario Entonces sopla el viento. Forma parte de la antología Constelaciones, de Escrituras Indie, y del libro colectivo El beso que no di, de Ediciones Arroyo. Sus poemas han sido publicados en las revistas digitales MalónMalon, Outsider y Descolonizadxs, entre otras.