Los de Baltimore terminaron de editar uno de los trabajos más esperados del año: dream pop; algo de retro de los 80, psicodelia y, por supuesto, ese toque cool que les brota. Uno de los mejores discos, de Beach House y de la música actual.
Por Martin Silva
Entrar en el universo de One Twice Melody es formar parte de una experiencia artística como pocas. Ya se entregaron los cuatro capítulos y a partir de febrero pasado el disco quedó configurado como un LP de 18 temas. Victoria Legrand (voces y teclados) y Alex Scally (guitarra y coros) son una superbanda en sí. La suma de James Barone en batería consolidó la agrupación con una potencia y sutileza sin par. Definitivamente, estamos en presencia de uno de los mejores discos, de Beach House y de la música actual.
Hay varios puntos altos en este trabajo, más los hay determinantes, casi fundantes. Desde el comienzo, un tándem imponente, “One twice melody” + “Sperstar” da nombre y sustancia al LP; junto con “Pink funeral” y “Through me” componen ese cuarteto de canciones aparecido en noviembre pasado que inició el sendero que siguieron las otras estaciones en las que la mousike machine desplegó su arte.
La estrategia de entregas hizo que un disco doble sea posible escuchar sin caer en el intento: 18 tracks que dejan a BH en un lugar de privilegio en las preferencias. El sonido es el de época: dream pop, también algo de retro pop de los 80, psicodelia y, por supuesto, ese toque cool que otras agrupaciones buscan por décadas y a ellos les brota.
El efecto que lograron es un disco completo, pensado y armado de tal manera que no resulta tedioso ni extenso. Que incluso deja en los sentidos ese alivio propio del arte made in Beach House. En épocas donde el tiempo libre y el no hacer algo productivo son atacados por la supuesta acción productiva, este envío es la herramienta de traslado necesaria; un antídoto contra la segmentación utilizándola, contra la producción para otros, contra el trabajar porque sí: contra la alienación.
También la de las plataformas. Ya dijimos que un esfuerzo de largo aliento atenta contra esa pretensión que tienen las empresas de reproducción de segmentar todo en singles: ¿acaso podrán elegir entre 18?
En el octavo lugar de la lista “Over and over” representa un cierre, el ocaso que culmina con una etapa dónde se entregó todo, “mientras todas las luces se apagan”, dice Legrand y el disco parece desfallecer en un solo susurro “una y otra vez“.
“Sunset”, entonces, será el renacimiento. La vuelta a la vida: la canción despojada, casi desnuda. Una guitarra con acordes austeros y una vocalización que intenta poner de pie a esa machine. Y Beach House lo logra de nuevo: “Only You know” es la puesta en marcha de una sonoridad potente, de la que el baterista James Barone tiene gran responsabilidad.
De acuerdo a la ficha técnica, esta obra fue grabada entre mayo y julio del año pasado, en estudios de Baltimore y Los Angeles. Entre las pocas participaciones, acompañó al grupo David Campbell (arreglista de Paul McCartney, Dylan, Adele, Elton John). Así de austera fue la producción que prepararon Legrand, Barone y Scally; así de poderoso resultó su arte.
La fórmula tema Beach Hause + tema retro pop se repite con “Another go arround” + “Masquerade”. “Finale” es una suerte de falso fin. Parece que a la hora de armar el track list muchas bandas eligen esconder entre las demás -por cábala, porque es la que menos les gusta o por simple juego- la que se pensaba como última canción.
Pero todo sigue. Como si el renacer implicase también evolución, ya no se recuperará ese vértigo, aunque mantiene la intensidad. Y la profundidad de las voces, por momentos oscuras, claustrofóbicas, por momentos de una dulzura encantadora. Y siempre en modo canción pop. Las interpretaciones se van personalizando con cada tema. Si hablar sobre las heridas, decirlas y reconocerlas es el principio de una cura, escuchar lo es más aún: “Hurt to love” es la prueba de ello. Otro iceberg de OTM que sería aconsejable dejar en el botiquín por si el corazón lo necesite.
“Modern love story” es un final a toda orquesta. Los de Baltimore dejan en claro que son capaces de crear atmósferas para cada interpretación. Hacen únicos e irrepetibles cada uno de los 18 temas del trabajo. Y en este último caso, se trata de la coronación como productores de su propio disco. La instrumentación se va imponiendo por peso propio hasta llegar a colmar de belleza todo. Final orquestal, novelesco, de película: consagratorio.
No queda nada más por decir. Así como la idea de una deux machine intentó dar cuenta de un mundo posible de principio a fin por la acción de una máquina, Beach House bien puede ser la mousike machine trasmisora de la data necesaria para entender las configuraciones posibles, efectivas, entre música y sentimientos.
(Estás líneas están dedicadas a la memoria y obra de ese melómano incansable, hacedor y enamoradizo de miles de proyectos. Compañero y aliado en esta senda de la música independiente: Mariano de los Ríos)