Cobertura - Festival
Robin Fest 2022: el retorno a las bases
Un sábado tormentoso, en las afueras de Florencio Varela y con BB Estás Muerto como numero central, cuatro bandas y un centenar de espectadores formaron parte del ritual autogestivo
Por Martin Silva
Ph: Ainara Romero
Y un día el Robin Fest volvió. Con una propuesta artística variada y con muchos componentes de la idea original, luego de nueve años se realizó el mítico festival que era una suerte de faro en la cultura autogestiva de Zona Sur. También fue el regreso de BBEM a la ciudad que la vio nacer y crecer.
La cita fue en Encaja Negra, un lugar donde muchas bandas y artistas locales ensayan y dan forma a sus propuestas. Como otras veces, se montó un escenario en el patio. Las casas y paredones de los vecinos sirvieron de marco para que algo más de un centenar de personas disfruten de los shows.
Los shows
El primer lugar fue para la banda local Buey Oscuro, “pieza atmosférica de cosmovisión”. Climas apocalípticos montados a partir de una base sólida de batería y bajo, y una guitarra con múltiples efectos.
“Si no se dieron cuenta, hacemos música chamánica”, aclaró Daniel, el vocalista e hicieron “Cielo de Tormenta”. Con reminiscencias de la psicodelia de bandas de la década del ‘70, los Buey entregaron un set de casi una hora donde desplegaron algunos momentos musicales y estéticos interesantes, como aquellos donde el trabajo de cuerdas se acercó a una versión local y actual de Héroes del Silencio.
“Cae la lluvia y el viento es de tormenta”, dice el vocalista y el exorcismo está cumplido: las nubes huyen de la noche varelense.
Le siguió Cumbre, power trío clásico con un nivel alto de virtuosismo y justeza que dejan la impresión de ser una banda asentada.
Entrada la medianoche, la distorsión de la guitarra mandaba. Un bajo potente y batería a la altura de un sonido que se acercaba bastante al grunge. Las señales de espiritualidad estuvieron presentes durante los casi cuarenta minutos del set de Cumbre. Sahumerios, imposiciones de mano, y hasta un tema llamado “Dios”: “porque a veces buscamos afuera lo que está dentro nuestro”.
La antesala del cierre fue una invitación especial. “Nos dijeron ‘si ustedes quieren conocer el hardcore tienen que ir al Robin Fest’… teníamos 15 años y viajamos desde Tortuguitas a Bosques. Era el último Robin Fest. Ahora estamos acá y nos da mucho gusto, estamos muy agradecidos”. Con esa presentación dio comienzo el show Cursi no Muere. Frescura, simpatía y bajo perfil del vocalista; solidez en la batería y expertise en el bajo; y puro machaque de la guitarra.
Hasta aquí, nada que no se haya escuchado antes. Pero la diferencia de Cursi está en la propuesta despojada, en la ética del cuidado y apoyo mutuo. Musicalmente, se trata de temas intensos y breves. Pedidos de cuidado y auxilio. Corazones sensibles en tiempos de haters: “nos vamos, ahora les pedimos que piensen con quién se quisieran sacar una foto. Eviten hacer daño” y seguidamente, “Fotografías” dio final al set. Luego, abrazo entre los integrantes. Misión cumplida, partida ganada para los de Tortuguitas.
BBEM y el ‘Robinfest’
La historia cuenta que el Robinfest nació en 2008, como intento de gestionar espacios propios donde tocar. El lugar en cuestión fue el patio de una casa (la de Robin, bajista de BBEM), cerca de la estación de tren de Bosques, sin escenario. Pasaron por allí un incontable número de bandas. Lo que dio al Festival un nombre y un lugar de referencia para la cultura autogestiva del momento.
En 2013 se realizó la edición número 20, la última. Es que en ese entonces la convocatoria de los BBEM superaba la capacidad del Robinfest. Ese año habían editado el disco Miss Ego: una gran obra que los catapultó a escenarios de todo el país y Sudamérica y que los situó como uno de los grupos más importantes de la Zona Sur. Luego, una sorpresiva implosión provocó la separación de la banda y dejó a Florencio Varela sin referencia autogestiva de exportación.
Nueve años después, el pasto del suelo se llenaba de rocío y las más de cien personas se acercaban al escenario para ver la banda que les convocaba. Eran las dos de la noche y llegaba el cierre del Robinfest, ahora con sonido adecuado para recitales y escenario, con entradas adquiridas a través de billeteras digitales, DJ y proyecciones.
BBs en el escenario
Desde el comienzo, BB Estás Muerto desplegó toda la potencia de sus trabajos editados. Hardcore, punk y algo de garage. Dos guitarras (a cargo de Nicolás y Rodrigo) virtuosas al servicio de los climas de las canciones; una batería que llena cada uno de los espacios vacíos y el bajo de Robin, una marca registrada. Hernán Federico, que se formó como frontman durante los Robinfest, estuvo a la altura de las demandas.
“Le escribo a él” abrió el recital. “Hace siete años que no nos vemos aquí en Varela”, dijo el cantante y de inmediato el baterista, Facundo, ordenó comenzar con “Perfume de Mujer”. Abajo (esta vez había un ‘abajo’) del escenario, chicos y chicas de aquella y esta época bailaban, pogueaban y hasta improvisaban un mosh. Cuando el show promediaba, hicieron un tema inédito que el poder de las redes sociales hicieron circular desde hace unos meses. Seguido, “Acción” dio entrada a una seguidilla de temas de Miss Ego.
A esta altura, los problemas en el sonido no dejaban disfrutar del todo la calidad de una banda con más de doscientos shows encima. Pero las cosas seguían su cauce, con pogo, agite y la presencia de la banda por la cual esperaron siete años. La historia cuenta que el último show de BBEM fue en el Sur, en una casa con patio, para pocas personas y en el marco de otra celebración estética y ética.
Volver a las bases
Luego de la separación de la banda hubo dos grandes propuestas artísticas. Una fue la evolución del cantante como solista primero y en banda después, hasta llegar a conformar Aménsur. La otra fue la Varieté Artística Underground, creada por Nicolás Cabral y por la cual pasaron artistas musicales, visuales, plásticos, editoriales y diseñadores. Durante dos años, y siguiendo la línea del Robinfest, en casas particulares y sin pagar para tocar ni exponer su arte, unas doscientas propuestas encontraron su lugar.
Volviendo al sábado 22 de octubre de 2022, la banda que todos y todas querían que vuelva estaba tocando sus canciones y desplegando su potencia, enmarcada en una realidad distinta a la que dejaron siete años atrás; de hecho, una curiosidad fue la ausencia de cupo femenino en la grilla. “La muerte de un poeta” y “BB Moda” fueron puntos altos del show, que terminó con tanto entusiasmo como había comenzado. Y que deja a la audiencia contenta, sabiendo que los BBEM están en camino otra vez.
Por supuesto que hay cosas por corregir. Desde lo mencionado acerca de la ausencia de mujeres arriba del escenario, hasta los inconvenientes en el sonido. Pero también es un hecho que la movida artística varelense es tan grande que BBEM es solo el iceberg que se puede percibir. Musiques, diseñadores, poetas, editores, periodistas y productores que pueden re-crear una escena completa.
Por eso, esta vuelta del Robin Fest, con luces y sombras, es la mejor apuesta para los BBEM: volver a las bases para adquirir la experiencia, el conocimiento y el cariño de la gente que les vio nacer y crecer.
Todas las fotos por Ainara Romero