Crónicas: Liniers y las calles
Liniers siempre fue bricolaje. Hay una mezcla de creencias. Hoy Dios se presenta en la iglesia. Y ¿qué hay para mí? ¿Qué hay para las calles?
Por Rita
A dios. Pero es San Cayetano a quién más precisamente se le reza. Se le pide. Todos quieren pedir pero nadie quiere dar. El Barrio de Liniers tiene una mística particular, cosmopolita, conviven distintas creencias, culturas y el “profanismo” a la vez. Yo había llegado a la calle Cuzco para relatar la crónica del día en el Santuario de San Cayetano. Apenas salido el sol, entre penumbras dos murciélagos trasvasaron mí espalda dando las nuevas o un mensaje cifrado pero ninguna de ellas me golpeó, cómo si lo hizo algún mozo bruto, no hace tanto, en el bar de “Las Campeonas”. El prensa del cura -sí, hay prensa hoy para todo- estaba teñido de aires a lo Alain Delon -el James Dean francés-, y flechaba con su mirada un ligero compás de discrepancia al total de los fieles congregantes.
Y pensé en las cuentas del mes y en dios. Todos rezan por algo. Es temprano, aún son las 7 de la mañana. La gente pide pan, trabajo y por la salud después del contexto de pandemia que dejó devastado a todo un país. Pero por qué nadie pide por mí. Sería más digno, yo necesito que alguien diga que las calles son nuestras, no dios. Que digan que las calles son nuestras porque tiene alma en las ciudades y además, es la única acogedora, amable, como una mujer trivial pero más linda por eso. Y además siempre la pisamos. ¿Qué mierd* les pasa, manga de desgraciadxs, ¡que no piensan ni piden por las calles!?