Películas - Reseña
Aftersun deslumbró el año pasado
A partir de un rewatch de la obra prima de Charlotte Wells del año pasado, surge esta reseña que intenta dar cuenta de esos detalles que la hacen encantadora y muy sensible. Una abundancia de recuerdos íntimos y felices que esconde la película más profundamente triste del 2022.
Quizás algunxs espectadores podrán decir que en esta película no pasa mucho. Sin embargo, en una lectura más profunda, podemos ver que hay dos planos: uno de tranquilidad y plenitud y otro más complejo, que debe ser “descifrado”. Sólo es cuestión de afinar el ojo y las sensaciones para poder disfrutar de una de las mejores y más tristes obras del año pasado.
Solemos pensar al pasado como más perfecto de lo que realmente fue. De aquel viaje de verano en familia del que solo nos quedan fotos descoloridas o filmaciones mal grabadas recordamos las anécdotas y tapamos con la mano el sol de todo lo malo. En Aftersun, una absoluta preciosidad, se hace hincapié en esos momentos felices, aunque de un modo analítico: sirve para observar la nostalgia en clave dramática el “segundo plano”.
Un padre y su hija de once años pasan sus vacaciones en un hotel all-inclusive en Turquía en los años 90s, aunque parecen suspendidas en el tiempo. Es un momento para pasar juntos, ya que viven en distintas ciudades a partir de un divorcio que afecta la dinámica familiar. Ambos lidian con cosas que no se dicen y heridas que no se curan. Paralelamente, la mujer en que se ha convertido en la actualidad esa niña intenta acercarse a esos recuerdos, en retazos, y tratar de comprender las ausencias del entonces y del hoy. Se encuentra en un boliche y las luces estroboscópicas acercan y alejan a ese padre que se pierde en la memoria. Así, bajo la superficie luminosa de un film estival va emergiendo una de las películas más devastadoras de la temporada.
Sophie (Frankie Corio) filma a su padre Calum (Paul Mescal), con una cámara de mano. Lo entrevista, lo mira a través de la lente, le pregunta cosas para conocerlo más. A su vez, Sophie comienza a conocerse a sí misma. Se puede advertir, cuadro tras cuadro, las ansias de crecer de Sophie y ciertos dolores con que carga Calum en silencio, mientras intenta recuperar el lazo con esa hija cada vez más grande y lejana. La Sophie adulta (Celia Rowlson-Hall) recuerda y de ese recuerdo se construye el relato, que oscila entre escenas filmadas por la videograbadora que tienen los protagonistas y las que muestran su historia, como un testigo que los observa también a través de otra lente. Y solo necesitamos unos pequeños fogonazos del futuro para suponer la relación posterior de Sophie con su padre. Apenas unos segundos son capaces de rellenar toda una historia perdida entre fotogramas.
Ya no se trata de reivindicar que los mayores entiendan a su prole sino de trazar el proceso inverso, aquel en que se llega a comprender a los padres más allá del vínculo filial. La magia de Aftersun es resultado de una perfecta sincronía entre una historia sencilla pero devastadora, unas interpretaciones emotivas pero sutiles, y sobre todo una puesta en escena increíblemente lírica y cargada de un lenguaje visual poderoso.
Las escenas, matizadas por la luz amarillenta del verano y de los recuerdos, transmutan una gran melancolía. Sophie y Calum comparten risas, afecto y diversión; aun así, toda la cinta introduce al espectador en un mundo de triste belleza. Ese es el gran logro de Charlotte Wells, que en su obra prima construye una visión de las relaciones padre-hija de manera sutil a la vez que profunda.
La directora escocesa, Wells, ha utilizado su propia historia como material para el guion de Aftersun. De hecho, la ha definido como “emocionalmente autobiográfica”. A lo mejor es la razón por la cual se percibe al film tan verdadero como contundente. No hay necesidad de apelar a estereotipos ni clichés para que lx espectador se sienta atrapadx por la historia hasta el final.
El largometraje fue considerado revelación del año pasado, ganó un premio en Cannes y ocho más en los British Independent Awards. En sus 98 minutos de duración indaga la ligazón entre Calum y Sophie, pero podría ser la de cualquier padre y de cualquier hija ya que interroga en la dificultad de estos vínculos y su construcción, más allá de geografías o generaciones.
La música de Oliver Coates construye un perfecto match con el relato, que acompaña sin acelerar el tiempo y estimulando al oído. La expresión de la pérdida y el amor están excelentemente narradas. Las brillantes actuaciones de Corio (que debuta aquí de una manera admirable) y de Mescal (nominado al Oscar por su actuación) completan la contundencia de esta película que invita a retroceder en la memoria y preguntarse si los recuerdos felices que se guardan fueron reales y fueron felices. Para reconectar con esos padres ausentes a quienes no entendimos en su momento.
En síntesis, Aftersun es una película sobre la pérdida y las preguntas que quedan cuando aquella persona que tanto importa ya no está. Sin embargo, también es un recordatorio sobre la importancia de seguir adelante, despedirse y dejar de culparse.
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