Caballa enfocada, con sueño y desbocada de amor
Pensando en el oriente, sus deidades y sus prohibiciones, encaro el domingo de crónica. Un sueño rolinga, un tachero machista. Surfeo la ola. Tengo que estar enfocada, va a ser un día largo y no puedo desbocarme, como mi naturaleza me lo impondría.
Por Rita Crass
El erótico loco lindo de Yukio Mishima -lástima que de derecha tenía que salir, todo no se puede-, escribió una novela llamada “Caballos desbocados” relatando un ardid sectario entre un núcleo de jóvenes entusiastas que quieren hacer una revuelta. El personaje central de apellido “Honda”, recién recibido de abogado, ensalza el estrecho vínculo entre pasión y amor, violencia y energía. Luego la novela pasaría de ficción a realidad, de izquierda a derecha, con el autor que intentó hacer lo mismo. Todo falló. Y se clavó una espada por deshonor al emperador de Japón.
Me gusta el oriente. Pero la nieve o el Japón para mí no son opciones válidas más que los chocolates dos corazones o escribir una carta en rosa. Lo único que me interesa es, como dije, ser caballa enfocada y no desbocada a esta altura. La idea siempre es tener un principio de jineteada, que es el enfoque y la atención, y la mente. Pero la lata es lo que me desboca. Como una caballa desbocada, y lo que se antepone, tendría que ser una caballa enfocada. La lata del domingo, es decir, la crónica de hoy, hoy no hay crónica de lunes pero si de Domingo. Estoy cubriendo un festival en Escobar, pensé que iría a ser una tortura pero no. Tocan bandas barriales que no me gustan pero hay comida y bebidas. Lo hago para pagar cuentas. Yendo al festival, un taxista como Raúl me dice que “estoy cuidando a la cachorra de un amigo”. Esa combinación es peligrosa. “La cachorra de un amigo, que es oficial” y que la cuida porque “mete muchas horas”. El tipo éste, Raúl, no sé que clase de represión padece, o si precisa muchos oídos a la vez, algún tipo de terapia anti estupidez, que dá lata sin cesar, le cuida la cachorra a un amigo cobani. Desastroso. Le gusta dar lata al taxista. Y así arranca mi crónica. Crónica de caballa enfocada. Es un garrón comenzar así, después me dice este Raúl, con un criterio de verdad revelada o profecía “una cosa es cuando se arranca con el amor, en algún momento va a haber una discusión. Ahí se ve la verdad”. Después Raul me cuenta que está casado, y que tuvo dos loros. Y remata con Dios. La verdad, es que pienso: todo está hecho para desbocar.
Llego al festival y es todo reggae. No hay rollingas, ya sería una tortura. Tengo sueño. Dormí muy poco y soñé con una remera pupera de los Stones puesta en un cuerpo rudo. Aquí hay motos rockeras. Trato de estar atenta. Como caballa enfocada. Con sueño. Y con amor para ponerle onda. Gente fumando porr* sin cesar. Intento volver a recuperar la atención. Bizarro, todo mal. Hago notas. Situación festival de rock barrial estupefaciente y foodtrucks. Intento ser caballa enfocada. Lo bueno es que hay comida y bebida.
Va a ser un día largo. Y yo, caballa enfocada.
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