Por Leo Rodríguez
El dilema libertario en su laberinto
Queridos amiguitos
En este mundo
Todo está bajo control
¿todo?
No…
“No somos nada” (No somos nada, 1987)
¿Cuándo fue que se jodió argentina? Hubo un momento en el que consultoras, asesores
financieros y prestidigitadores del marketing de la gestión del Estado volcaron el café sobre el
prolijo trazado en el mapa de las urnas y las pinceladas del educado plan de capitalismo sin
sobresaltos que los organismos internacionales habían dibujado para la región se borraron y así,
casi por arte de hechicería, la perinola electoral sentó al timón de la nave de los locos al duende
gritón.
Políticos estafadores
Juegan a vivir de ti
“Delincuencia” (Salve, 1984)
La fulgurante carrera presidencial de Javier Milei tiene algo del perfil de un Johnny Rotten con las
botas embarradas sobre la mesa de los buenos modales de un sistema político empachado de sí
mismo, con la mesura adocenada del bipartidismo electoral.
Un país es un invento,
un país es una estafa,
un país es algo, para
lo que nadie me ha pedido mi opinión.
Un país no es nada.
Nada lo justifica
“Sin país” (Revolución, 1985)
Analistas políticos variopintos dan vueltas alrededor del fenómeno Javier Milei buscando
esclarecimientos. El peronismo, que todavía no se/ni nos puede explicar cómo fue que perdió las
elecciones presidenciales, se frota las manos pensando en la sucesión producto de la caída mágica
del presidente acorralado por el ánima de su perro.
Vamos arrastrando nuestra ruina
estamos demostrando que nada nos motiva.
Somos pequeñas bombas de odio
es nuestra única solución.
“Venganza” (Salve, 1984)
Una hipótesis escuchada por los médicos brujos de la tribu televisiva sostiene que estamos ante la
manifestación política del resentimiento feroz de aquellos caídos del mapa, de los que pedalean
con pizza en la espalda y hambre en la panza, el vuelto de los mártires de la cultura de la
cancelación, los que no son ni derechos ni humanos.
Un congreso de ratones podíais formar
No representáis a nadie
Qué os creéis, a quién queréis engañar
“Un congreso de ratones” (Revolución, 1985)
El presidente llamó nido de ratas al parlamento, y los parlamentarios ni tan incómodos apenas se
mosquearon.
Todo por la patria
todo por la pasta
todo por las leyes
y por los billetes
Protegiendo al ciudadano
A veces se os va la mano
“Todo por la patria” (No somos nada, 1987)
La patria no se vende ¿Qué patria? Milei es un curioso anarquista, considera que el Estado es una
organización mafiosa y se erige en el jefe de esa estructura. Se diferencia de los viejos anarquistas
en su catecismo de propiedad privada, cuya consecuencia inmediata es una cacería despiadada del
sistema financiero sobre los salarios.
Nada nos van a dar
La cultura ni el que la parió
¡Joder!
Hombres del saber
¡Iros a cagar!
¡No!, podéis justificar
Vuestra inmoralidad
Es una enfermedad
Que no podéis curar
“Balada inculta” (Ellos dicen mierda, nosotros amén, 1990)
La Polla Records y la batalla cultural
El presidente llama casta indistintamente a políticos de los partidos opositores o aliados, a un
jubilado de González Catán, un docente salteño o a una cantante premio Billboard de la Música
Latina 2020. Lo esencial es el desbarajuste, en el caos el buitre pellizca su carroña.
“El Papa se puede ir mucho a la Mierda” ¿Javier Milei en el prime nocturno? no, Evaristo Paramos
(entrevista inédita por la salida del álbum Siglo XXI de Gatillazo, 2013).
No podemos regular la palabra, lo dicho impacta como un martillo pendular tanto en el oído
atento como en aquel distraído, y produce sentidos que enraízan en esos modos de entender el
mundo y también, como no, en esa testaruda costumbre de querer cambiarlo acorde a la
cosmovisión que nos hemos hecho de él.
Este pequeño escrito es porque hay una radio en mi cabeza y quiero subir el volumen.
La Polla Records fue una banda punk de Euskadi, mascarón de proa de aquella generación de
músicos que las discográficas vendieron como Rock Radical Vasco, y que para su asombro encontró
en el público argentino, como Los Ramones, campo fértil para su propuesta: un cóctel de
escupitajos desprejuiciados a la norma, letras corrosivas, ácidas guitarras y desenfado antisistema.
No es la intención de estas palabras establecer vínculos entre quienes no los tienen. Distinto
hubiera sido el caso de otro político, Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del gobierno español
(2020/21), quien es manifiesto admirador de La Polla Records (como Gabriel Boric lo es de BBs
Paranoicos en Chile. ¿Con qué hilos invisibles se teje el fracaso de gobiernos progresistas con
canciones que relatan un mundo que se cae a cachos y al que se le pide una reforma que nunca
llega?
Tranquilos, La Polla Records no le dio letra a la batalla cultural de La libertad Avanza, pero ¿sería
descabellado afirmar que parte de los significantes de esa batalla cultural no son claveles del aire y
se aferran a esas lianas que en la selva capitalista han dejado audaces cronistas punks para que
nos movamos, no sin dificultades ni riesgo de caídas?
Repito, en este mundo todo parece seguir en su sitio, estamos sentados en el estribillo ese que
brama:
Y lo ricos se agrupan en la lucha final
Mientras van cantando su internacional
Le pasan a dios su tanto por ciento
Y el mundo es una bomba de tiempo
Así así así es la vida
Así así así es la vida
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